El segundo tipo es la adquirida, es la más frecuente y se denomina Síndrome de Usher, una unión de una sordera congénita con una retinitis pigmentaria, la cual se puede manifestar durante la adolescencia e incluso más tarde y conforme pasan los años puede conducir a una ceguera total, dijo el director de la UMF No. 68.
Cerca de 90% de las personas llamadas sordociegas, aún conservan un poco de visión o audición; sin embargo, este padecimiento es considerado como una limitación única, en la cual la persona presenta necesidades especiales en la comunicación, la orientación, movilidad y acceso a la información, agregó Dávila Manjarrez.
A pesar de ello, dependiendo del grado y nivel de afectación que tenga el individuo, pueden colocarse lentes correctivos e implantes cocleares. Estas
medidas podrían reducir la discapacidad y favorecer el aprendizaje, a su vez, existen diversos tipos de lenguajes que pueden ser utilizados para enseñarles y poder comunicarse con ellos, como es el alfabeto Lormen, el lenguaje artificial Tadoma y el sistema dactilológico, entre otros mencionó el especialista.
Las personas que sufren de sordoceguera congénita requieren cuidados especiales; incluso los padres y familiares pueden requerir tratamiento psicológico para afrontar el padecimiento, por lo que se hace una invitación a los derechohabientes a que acudan a su UMF para recibir información oportuna y asesoría adecuada acerca de este padecimiento, finalizó Ángel Alejandro Dávila. |