En Coahuila no les funcionó. La Alianza “Juntos Haremos Historia” se fracturó. El Verde y el Partido del Trabajo (aliados que llevaron a AMLO al poder) no quedaron de acuerdo con los resultados de las encuestas y tomaron caminos diferentes.
MORENA se debilitó a tal grado que, a unos cuantos días de la elección, su candidato ha sido relegado a un segundo lugar y lo más seguro es que pierda, igual que los candidatos del Verde y el PT. Es decir, las encuestas no fueron la solución y nadie asegura que le funcionen a AMLO para el proceso electoral del 2024.
El senador Ricardo Monreal, el más reacio a creer en las encuestas -sobre todo si las aplica el CEN de MORENA-, lo ha dicho a los cuatro vientos, “si las organiza MORENA, no me inscribiré”.
Lo mismo, se aprecia, podría suceder con Marcelo Ebrard.
En cambio, al parecer solo Claudia y Adán es lo que esperan.
Es decir, AMLO está enmarañado en su juego sucesorio y no sabe qué hacer para dejar a todos contentos.
Lo peor es que al parecer AMLO y Morena no cuentan con otro método que los haga ir unidos en el 2024, como lo hicieron en el 2018.
Y por si eso fuera poco, por debajo del agua se escuchan voces y se preparan armas para un eventual rompimiento de la Alianza “Juntos Haremos Historia”.
Por un lado, el senador Manuel Velasco Coello por el Verde Ecologista y por otro el diputado federal Gerardo Fernández Noroña, están con el bate al hombro para cualquier emergencia.
En definitiva, AMLO está enmarañado y en problemas. Algunos dicen que rebasado por su propio proceso sucesorio. Ahora se podrá comprender por qué los anteriores presidentes mantenían encapuchados a sus delfines.
A estas alturas tal vez esté pensando que no fue tan bueno que haya soltado a sus gallos antes de tiempo y menos bajarlas al nivel de corcholatas que por lo regular terminan en el suelo.
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