Si hay un tema con el cual el presidente puede “darse de topes en la cabeza”, y lo tiene perfectamente claro, es haberle brindado a la oposición lo que sus dirigentes no podían: vida, objetivo y organización.
Xóchitl existía sólo para buscar la jefatura de la CDMX, y fue AMLO quien la encartó rumbo “a la grande” cuando le cerró las puertas de Palacio, y hubo “alguien” que le hizo dicha recomendación, “no le permita entrar a la conferencia, querrá lucirse en su espacio”, le dijo dicha persona.
Hace unos días ahí, vía telefónica y en las oficinas de Palacio Nacional, antes de que el presidente se dirigiera a descansar, tuvo una fuerte discusión con quien le recomendó “no recibir a Xóchitl Gálvez en la mañanera”: Claudia Sheinbaum.
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De acuerdo a fuentes bien enteradas en el círculo cercano del tabasqueño, fue la exjefa de la CDMX quien acabó de convencer a su mentor de no otorgar derecho de réplica a la senadora panista. “No tiene importancia y le servirá de trampolín para su aspiración rumbo a la ciudad”, afirmó.
Aquella noche, antes del día que Gálvez iría a la “mañanera”, AMLO y Sheinbaum tuvieron una conversación “por otros temas”, y surgió en la charla el asunto de Xóchitl, a quienes ambos quisieron incorporar, en su momento, a su equipo de trabajo como senadora.
Quien me informa sobre el reclamo que López Obrador le hizo a Sheinbaum afirma que, en el pináculo de la discusión, AMLO dijo a su “candidata predilecta” que gracias a ella las cosas se habían complicado, y que si (en el mejor de los casos), ganaban la presidencia pero perdían las cámaras legislativas sería (absolutamente) su culpa. Veremos qué pasa.
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