Lo anterior no deja de tener su triste tanto para el hoy exfuncionario como para quienes lo contrataron, puesto que si en verdad Jorge Miguel cayó en actos de corrupción debió ser cesado y llevado hasta las instancias judiciales como correspondía. No hacerlo, significaría caer en actos de complicidad.
Eso no le cuadra a la conciencia ciudadana, que se tapen unos a otros como sucedía en gobiernos anteriores.
Pero sí en verdad Jorge Miguel actuó limpio y no cometió nada de lo que entretelones se le acusa, debería salir a defender su honor, puesto que una salida así, lo imposibilitará por muchos años de ocupar otro cargo público o de elección popular pues siempre quedará la duda de si hizo o no de lo que se le señaló.
Es decir, cuando casos como este quedan en el limbo, el más perjudicado es el funcionario que no supo defender su honor. |