La batalla entre Claudia, Xóchitl y Máynez, también.
Y la verdad es que el mundo evoluciona, menos que a fuerzas se tenga que seguir votando por las únicas opciones que le dan al electorado los partidos políticos.
Sí, esos partidos políticos en los que nadie cree.
Partidos políticos que al paso del tiempo el electorado aprendió a odiar y a pensar en ellos como símbolo de corrupción y lo peor de la sociedad.
Sin embargo, los mexicanos deben seguir votando por Chana o por Juana. Los candidatos que le llenen el ojo a los dirigentes políticos y a los patrones de éstos.
¿Es eso democracia? No, es la misma mugre de la partidocracia. El poder de unos cuántos impresentables que siguen dominando el panorama electoral para sí o para sus familias. En México los dueños de vidas y conciencias son los impresentables dirigentes de los partidos y detrás de ellos sus invisibles patrones.
En sí, y por lo que se ve, los partidos políticos seguirán siendo por muchos años más, los verdugos de la sociedad.
El tema de los candidatos independientes solo fue una triste ilusión. Los mismos partidos políticos en el Congreso de la Unión solo le dieron atole con el dedo a los que pensaron que la democracia había llegado y que por fin se abría una ventana para sacudirse a los partidos políticos.
Así como les abrieron la posibilidad a ciudadanos libres de las casacas partidistas, así mismo se las cerraron con fuertes y poderosos candados que desalentó a todos aquellos ingenuos que creyeron que por fin había algo de verdad en las reformas electorales.
Y seguimos en las mismas, porque al paso del tiempo, se tiene que seguir votando no por el mejor, sino por el menos malo o menos mala. Atrás quedarán los insultos, las ‘pruebas’ de corrupción que se afirmó existían, las denuncias, las diatribas, las agresiones.
Viene el dos de junio y después a los tribunales, al campo en que otros tantos paladines de la democracia y de la Constitución decidirán quién tiene que gobernar les guste o no, a millones de complacientes mexicanos que no tienen manera de ganar nunca.
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