El quid del asunto, lo sabemos bien, es que los embajadores no hablan motu proprio, son los mensajeros del poder, y aunque Ken Salazar recalcó que es su forma personal de pensar, en realidad lo dicho por él es lo que le ordenó el presidente norteamericano Joe Biden y, desde luego, los Estados Unidos.
Parafraseando el mensaje así fue de claro: ¡No queremos la reforma al poder judicial de México! No queremos una reforma que genere incertidumbre entre los inversionistas que afecte las relaciones comerciales y ponga en riesgo lo avanzado en el T-MEC.
Y es que en lo técnico una reforma así debilitaría al poder judicial y mermaría la certeza jurídica sin la cual se pone en riesgo la renegociación que viene del Tratado comercial de América del Norte… y peor aún, la postura de Canadá, el otro socio comercial en el T-MEC, ha sido similar.
Ken Salazar fue muy rudo en lo político, más que en lo técnico-jurídico, pues advirtió que si la reforma no salvaguarda y fortalece al Poder Judicial no ayuda, puesto que “Las elecciones directas -de jueces y magistrados- también podrían hacer más fácil que los cárteles y otros actores malignos se aprovechen de jueces inexpertos con motivaciones políticas".
Todo lo anterior confirma lo que aquí se afirmó crudamente, pero con la mejor intención, de que aún se estaba a tiempo de suavizar las reformas y buscar robustecerlas en lo sustantivo para evitar la corrupción interna en el Poder Judicial, que muchos están de acuerdo que existe, y también para evitar la incertidumbre jurídica que se daría de ser aprobadas tal y como fueron enviadas al Congreso, lo que impactaría las relaciones comerciales con los socios del Norte, pero principalmente a México.
Afirmé que el presidente no supo con quién se estaba metiendo y que no había forma de sacar adelante esas reformas a menos que el mismo López Obrador y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, buscaran la manera de corregir la iniciativa en lo concerniente a lo que espanta a los inversionistas como lo señaló con puntualidad el embajador Ken Salazar.
Y es que, lo declarado por el embajador de los Estados Unidos y Graeme Clark, embajador de Canadá en México, de inmediato impactó en el tipo de cambio, que por la tarde del jueves llegó a cotizarse hasta los 20 pesos por dólar.
Las dos declaraciones deben evaluarse a fondo y pronto, para evitar que la pérdida de confianza de los inversionistas le receten a México un nuevo viernes o fin de semana negro.
Se debe entender que el enemigo a vencer no es el Poder Judicial de México, sino los que tienen el real poder de modificar incluso las leyes en cualquier país, y que son los poderosos inversores de los socios comerciales de México.
Dije ayer que los mecanismos económicos y políticos de que disponen los vecinos del Norte, podían hacerle la vida imposible a cualquier país de cualquier parte del mundo y la ruda y abierta intervención del embajador Ken Salazar en este problema interno de México, lo demuestra.
Desde luego, lo que aquí se comentó generó comentarios tendientes más bien hacia una supuesta falta de patriotismo, lo más alejado de la verdad, pues anticipar hechos no son críticas de mala fe, sino llamados a tomar mejores decisiones y rumbos. Finalmente, la economía no es autónoma ni tiene patria, y mucho menos en la global que México está inmerso. La economía depende de un conjunto de intereses de quienes concurren de manera voluntaria a mercados de bienes y servicios de todo tipo, incluyendo los de mayor peso que son los financieros.
Así que al presidente López Obrador y a la presidenta Electa, Claudia Sheinbaum, a estas horas deben tener caliente la cabeza, pues de su oportuna intervención depende mucho la estabilidad económica del país y de no pasar a la historia como la causa del rompimiento del T-MEC; de cuyos beneficios, el actual gobierno se ha cansado de presumir.
¿Verdad que el tema no era tan fácil como hasta ayer muchos veían y algunos así me lo hicieron ver?
Síganme en @frlicona y también en TikTok @politicaaldia y @politicaaldia1_
(COLUMNA "FIGURAS Y FIGURONES") |