Así que al llegar AMLO al poder, quizá no pocos pensaron que se trataba de una transformación tipo como la de Fox. Pensaron en una nueva versión de Gatopardismo.
AMLO hizo, y sigue haciendo, cambios que sí transforman y la mejor prueba es la fuerte y brutal resistencia de parte de quienes perdieron el poder y los privilegios. Que si estos cambios son para bien o para mal, el tiempo lo dirá, pues por el momento la mayoría están influenciados por la subjetividad y la resistencia.
El reto más duro y trascendente al que AMLO se tenía que enfrentar era el mismo al que en su momento se refirió el sacrificado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, cuando dijo que veía un pueblo con hambre y sed de justicia.
Por ello, AMLO dejó este cambio para el final, cuando con la desbordada votación en las pasadas elecciones, el electorado le mandó el mensaje crucial ¡Es tiempo! ¡Llegó la hora de poner al Poder Judicial en su lugar! Y, sobre todo, cuando tuvo los votos necesarios para hacerlo.
Aún así, hacen falta otros cambios, pero ahora con un Poder Judicial que en teoría dependerá del Pueblo y no de los altos intereses de unos cuantos, quizá todo podrá ser más fácil.
Cierto, aún faltan algunas reformas de fondo, como eliminar las diputaciones y senadurías plurinominales, tal como lo acaba de recordar la gobernadora electa de Veracruz, Rocío Nahle García.
Pero ahora todo parece menos difícil, ya que los partidos políticos que apoyan una transformación del país cuentan con las mayorías calificadas en el Congreso de la Unión para hacerlas, lo que no hubiera podido hacer AMLO de haber empezado la transformación desde el inicio de su gobierno.
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(COLUMNA "FIGURAS Y FIGURONES") |