En este mismo espacio se comentó que los taxistas no tienen de su lado lo más importante: la opinión pública. Hay empatía social, pero la sociedad no tiene la disposición de hacer suya una lucha gremial que, cuando puede, le encaja el diente en cada viaje.
Pablo Jair inicia su columna diciendo “Antes de que se azoten algunos: no tengo nada contra los ruleteros. Creo que la mayoría son honorables, gente que sale diariamente a partirse el lomo en horarios pesados, en ciudades caóticas como Xalapa (donde te cierran una calle y te afectan todo el municipio), al acecho de la inseguridad; muchos se ganan el modo de forma decente, son amables y con ellos se puede platicar muchas cosas porque son los que diariamente tienen historias para contar”.
Pero también comenta que “es complicado darle la razón al taxista cuando se queja de las nuevas tarifas anunciadas por el Gobierno del Estado, cuando por años “actualizaban” bajo su criterio y cobraron lo que quisieron. Incluso, hasta tienen controladas “rutas” amenazando a compañeros que entren a sus “territorios””.
“A estas alturas, el gremio ya debería hacer una reflexión interna de cuáles son sus deficiencias y si realmente hay autoridad moral para pedir que se deje todo como estaba antes, cuando nadie les metía en orden por sus abusos. Sí, tienen derecho a defender su fuente de trabajo, pero en los hechos han dejado mucho qué desear como para reclamar”, señala Pablo Jair.
En el tema de los taxistas la idea no es solo mantenerles su coto de poder y seguir cerrándose a las mejores y las plataformas digitales, sino sobre todo, que los usuarios tengan por fin el servicio que exigen y merecen.
Pero no le contamos más, mejor lo invitamos a leer a Pablo Jair Ortega y su columna completa aquí. |