Luego, a partir del 2018, el PRI y el PAN después de golpearse duro, se quitaron las caretas e iniciaron juntos la misión de derrotar a MORENA y a AMLO.
La guerra mediática retomó fuerza pero no cambió, la estrategia fue la misma con la utilización de eslóganes pegajosos, conteos de muertos, exposición mediática de errores y gazapos, utilización de articulistas, columnistas, medios y una guerra intensa en redes sociales y hasta el uso de la Inteligencia Artificial.
Sin embargo, la diferencia estribó en que antes los presidentes apechugaban el golpeteo, pero AMLO, desde las Mañaneras jamás se bajó del ring y daba puntual respuesta a la guerra mediática y el efecto de esta no agarró tanta fuerza.
Ahora, con Claudia Sheinbaum al frente, con mejores argumentos, la guerra mediática orquestada desde la oposición pierde más fuerza porque el discurso de la oposición es el mismo. El estilo de la difamación y guerra sucia sigue siendo el mismo.
La diferencia es que los de Morena tienen la palestra y la usan para enfrentar la guerra sucia, con valor, como lo hizo este lunes la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, quien dijo preferir dedicar su tiempo y espacios a cumplir con su obligación de gobernar que a darle respuesta diaria a la oposición a través de sus instrumentos mediáticos.
Es decir, estamos sin lugar a dudas ante una guerra de estrategias. Una en la que la oposición y su discurso parecen discos rayados pero le apuestan a que la mentira cuando no mancha, tizna… y la otra que sostiene que ¡La mentira dura mientras la verdad no llega!
Ya se verá en el 2027 y el 2030 si algo hace cambiar el termómetro político hacia unos u otros. La expresión en las urnas dirá cuál de las dos estrategias dio mejores resultados.
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(COLUMNA "FIGURAS Y FIGURONES") |