Lo irónico es que Tonatiuh era precisamente el encargado de investigar temas delicados como el huachicol fiscal, el lavado de dinero y el contrabando. Ahora, sin embargo, enfrenta acusaciones de enriquecimiento inexplicable.
Claudia Sheinbaum Pardo anunció en la mañanera que el jefe de la ANAM, Rafael Marín Mollinedo, fue quien despidió a Tonatiuh. Sin embargo, el pueblo de México no se conforma con su despido; exige una investigación exhaustiva sobre sus actividades.
Las funcionarias Raquel Buenrostro, titular de la Secretaría Anticorrupción, y Ernestina Godoy, Fiscal General, tienen en sus manos la responsabilidad de esclarecer este caso. Pero atenazados por la incertidumbre, los ciudadanos temen que, si solo Tonatiuh enfrenta las consecuencias, se dejarán intocadas las redes de protección que permiten que otros delincuentes sigan operando en la sombra.
Para realmente salir a la luz, Tonatiuh debería considerar convertirse en testigo colaborador, ayudando a desmantelar un sistema corrupto. No debe ser visto como un gran pez, sino como una pieza del rompecabezas que se necesita para atrapar a los verdaderos cabecillas.
El riesgo de cortar un tentáculo del pulpo sin desmantelar el cuerpo entero podría significar una victoria a medias para la 4T, que busca consolidarse en el poder. A menos que Tonatiuh se convierta en un verdadero delator, con información valiosa que lleve a los culpables a rendir cuentas, la sombra del encubrimiento seguirá persiguiendo al gobierno actual.
Así, México está a la espera de que Raquel Buenrostro y Ernestina Godoy demuestren su compromiso con la justicia y que no son cómplices de la corrupción.
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(COLUMNA "FIGURAS Y FIGURONES") |