Y luego está la vacuna rusa, Sputnik V, que se ofrece con 92% de efectividad, y la china de CanSino Biologics, de la que México adquirió 30 millones de dosis y tiene la ventaja de que se aplica solamente una vez.
Todas estas soluciones son verdaderos logros de la ciencia, tanto por la rapidez con la que fueron hechas (una vacuna lleva en promedio cinco años para descubrirse y pasar las pruebas necesarias) como por la tecnología que se está aplicando, que rebasa la estrategia inicial de las vacunas que inventó Pasteur, que consistía en inocular virus degradados de la enfermedad, para que el sistema inmunológico aprendiera a atacar y vencer al atacante.
Las nuevas vacunas usan otra tecnología, sustentada en el RNA, que consiste en llevar mensajes al sistema inmunológico para que aprenda a luchar contra el coronavirus.
Estas vacunas no portan el virus de la enfermedad y por tanto no pueden causar Covid-19 en pacientes no contagiados, lo que significa un riesgo muchísimo menor. Son unas vacunas enteramente didácticas, que representan un avance inconmensurable en el campo de la medicina.
Bueno, pues ante estos avances que posiblemente van a salvar la vida de la civilización, no han faltado en las redes (siempre en las redes, tan extraordinarias como peligrosas comunicadoras) videos y artículos que van desde la afirmación de que el virus nunca ha existido y es una conspiración de los propietarios del 90% del dinero mundial (unas 33 corporaciones y sus dueños, entre los que suena mucho el nombre de Bill Gates) para hacer negocio, hasta la que jura que hay un complot de gobiernos y empresas multinacionales para matar a ¡2 mil millones de personas!, porque ya somos muchos en el planeta.
Hay una razón contra estas teorías, y es la de que el coronavirus ha afectado grandemente a la economía mundial, y en particular a las corporaciones más poderosas. ¿Por qué, entonces, irían a emprender un plan que mermaría sus ganancias y el valor de su patrimonio?
La verdad es que siempre ha habido ideas oscurantistas en contra del avance de la ciencia. Torquemada tendría mucho que decir al respecto si viviera y no estuviera en el infierno, como está ahora, seguro.
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