Esta semana la censura ha sido el tema de conversación a nivel mundial, a raíz de que las plataformas digitales conocidas como la ‘Big Tech’ decidieron suspender de manera permanente las cuentas del todavía presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, Spotify, Google y varías más, coincidieron en que hacer lo anterior era lo mejor, alegando que el mandatario estadounidense provocó movilizaciones violentas en el Capitolio e incitó al odio desde dichas redes sociales. Curioso es que sí permitan otro tipo de manifestaciones violentas y con mayores afectaciones, como las que hacen grupos progresistas como ‘Black Lives Matter’, ‘Antifa’ o las feministas radicales…
Ahora bien, es medianamente cierto que como son instituciones privadas, están en su derecho de hacerlo, pero eso no lo hace correcto. La libertad de expresión debe anteponerse ante cualquier ideología, pues es esta la que nos hace distintos y es gracias a ella que podemos encontrar eco con quienes sí piensan similar a nosotros. Es decir, censurar una opinión o una manifestación porque me ofende o porque es contraria a mi pensamiento, es aceptar que después me lo puedan hacer a mí. Insisto, el extremismo es criticable, pero hacia todas las expresiones violentas, si censuran a Trump, deberían hacerlo también con los movimientos progresistas que han provocado mucho mayores afectaciones a la población en general.
Caso contrario a lo anterior es lo que sucede acá en México, donde el presidente López Obrador se intenta colgar de lo sucedido en el país vecino del norte para decir que «está de moda la censura», ante las advertencias que el Instituto Nacional Electoral (INE) ha hecho respecto a la transmisión de las conferencias mañaneras durante el proceso electoral que se avecina. Existen varias distinciones en ambos casos, empezando porque el INE es una institución pública y el presidente es gobierno, no dirigente de partido. Después, está el hecho de que, en materia electoral, el INE es la autoridad y es el encargado de regular las acciones de gobierno y partidos políticos para que exista una contienda imparcial. Y, por si fuera poco, la Constitución obliga tanto al presidente como a todos los servidores públicos a suspender toda difusión de propaganda gubernamental durante todo periodo electoral.
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La Ley es clara, pues en el artículo 41, fracción III, apartado C, se especifica que únicamente se podrán usar los canales de comunicación oficiales para informar sobre «servicios educativos y de salud o para la protección civil en casos de emergencia». Pero esto lo sabe y de sobra el ejecutivo federal, ya que en 2018 aplaudió esta misma advertencia que el INE señaló al gobierno saliente, incluso él mismo la acató en el 2019 ante los comicios que se realizaron en seis estados de la república, pero donde MORENA fue el gran perdedor. Es por esto que no sorprende que ahora el mandatario nacional se sienta nervioso e intente violar la Ley a toda costa, pues conoce los riesgos de suspender las mañaneras y los costos que esto generaría a su partido. No obstante, no es un favor, es su obligación cumplir y hacer cumplir las leyes de nuestra Constitución, así lo juró y así debe hacerlo.
Veremos pues en los próximos días el actuar del presidente, y quedarán demostradas sus verdaderas intenciones en el poder. Un demócrata respeta las leyes, un dictador las omite.
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