“¡Le duele la cabeza, pero está fuerte!”, reza la información oficial.
De ahí en fuera nadie nada dice nada, pareciera que el presidente de la república es un enfermo de casa. Un silencio sepulcral rodea el ambiente político acaso salpicado por memes y cartones demoledores en su contra mismos que nadie, ni los boots, pueden parar.
Hoy “Las mañaneras” sin el antififis no valen nada.
La política sin su gurú vale sombrilla. De hecho el cuartel de Morena está como clausurado. Todo es expectación, solo una angustiosa espera de próximas señales que den la voz de arranque.
Por el momento nada quiere levantar el dedo. La dirigencia nacional de Morena está muda y las estatales en consecuencia, la de Veracruz incluso está descabezada.
En paralelo México transita entre el silencio y el fantasma de la muerte luego de que nuestro país ha sido colocado como el peor en atención al combate por Covid-19.
Y es que mientras otras naciones de Europa del este y Estados Unidos en una cruzada de un millón de vacunas diarias, avanzan en la lucha, México –con seis mil pinches vacunas diarias aplicadas a selectivo personal- sufre una regresión al semáforo rojo tras rebasar los 150 mil muertos, el 1.5 millón de contagios y, el colmo, asaltos a mano armada para conseguir un tanque de oxígeno hoy bajo control del crimen organizado.
La OMS y las Universidad Iberoamericana han considerado que sumará el Covid-19 a siete millones de mexicanos a la extrema pobreza, es decir, o nos mata la pandemia o nos morimos de hambre.
Pilas de cadáveres se reportan minuto a minuto en las 32 entidades de la república e incluso en ciudades como Xalapa, la gente prácticamente entró en pánico ante la falta de camas de hospital, respiradores, medicinas y personal médico, amén de la ausencia de un gobierno que tome las riendas de la campaña sanitaria.
Con su enredado lenguaje el gobernador Cuitláhuac García Jiménez terminó ignorado por la población hoy bajo resguardo ante la imparable ola de contagios y muertes.
La política, sin embargo, no se detiene particularmente porque la oposición ya observa con optimismo la debilidad del partido hecho gobierno.
En Veracruz las alianzas finalmente se consolidaron, la fiesta cívica –a distancia y a cercanía- ha comenzado y la feria de aspirantes trae gente de todos colores, sabores y singularidades.
La llegada de la robusta cantante “Paquita, la del barrio”, la que promete cantarle a Cuitláhuac “¡Me estás oyendo inútil!” si bien ha provocado escarnio y burletas de todo tipo por su ignorancia, es una cuña que habrá de inclinar la balanza en Misantla que no va a gustar en nada a los morenos.
Ello al igual que aspirantes populacheros identificados con el pueblo harto de tanta ratería e ineficiencia. En los hechos estos personajes tienen más posibilidades que los cartuchos viejos que pretende utilizar Morena, como es el caso de Elizabeth Morales, para ganar las plazas en disputa.
El tema, ante la parálisis oficial, es ganarle tiempo al tiempo.
Avanzar en los registros e inundar –como se está viendo- las redes sociales, nuevo canal de promoción electoral que sin duda habrá de incidir en el sufragio.
El cobro de agravios, sumado al voto de castigo contra un Morena sin liderazgo y con un Peje que no aparecerá en las boletas el domingo 6 de junio, pareciera que avanza de manera sólida hasta para los candidatos independientes o ciudadanos que en proporción en el pasado reciente están en posibilidades reales de ganar.
Hoy no queda la menor duda que hay quienes oran por la salud del contagiado, otros porque se despida de este mundo cruel.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |