Llegan los candidatos a los pueblos, a las barriadas, a los lugares concurridos y saludan de puño (de mano está prohibido por la pandemia) a todo el que se acerca. La mascarilla no alcanza a tapar completamente la amplia sonrisa con la que saluda a sus votantes.
Traen el mismo choro de siempre: van a traer obras a todos los municipios del distrito, estarán pendientes y presentes los tres años de su encargo, ayudarán a todos con las gestiones que sean necesarias, convertirán la casa de campaña en casa de atención popular…
La mitad son hombres y la mitad mujeres, como ordena la ley de equidad de género, y eso es bueno. Son hombres con fuerza política y poder, pero son también mujeres empoderadas, más genuinas, más honestas, según los estudios.
Ya no andan regando el dinero como antes, cuando el PRI-Gobierno entregaba despensas y láminas y electrodomésticos, cuando te ayudaban los candidatos con el recibo de la luz, del agua.
Ahora llegan con las manos medio vacías y traen un plástico o una gorra y una camiseta.
Otros, cínicos, llegan sin nada, de plano, pero te dicen que ya el Patriarca te dio tu cheque de adultos mayores o tu beca de estudiante o tu apoyo para madres jefas de familia… lo que sea que te da el Gobierno y que si sigues votando por el partido que no es partido se eternizará, gracias a dios y a tu voto.
Son los candidatos a diputados de los diez partidos nacionales.
Ahí viene uno, mire usted, acérquese sin miedo… en una de ésas le toca algo.
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