Tuve la oportunidad de acudir acompañando a mi madre a realizar lo propio.
Debo comenzar por reconocer que la capacidad logística implementada por las autoridades federales, estatales y municipales, fue por mucho superior a la primera experiencia realizada el 13 de marzo pasado.
Así 38 días después las colas y aglomeraciones que se dieron en primera instancia, simplemente desaparecieron, eso debido en gran medida, a que se implementó un mecanismo de mensajería SMS, con el que les notificaron a las y los abuelitos un horario al que debieran apersonarse.
El trato del personal instalado al menos en el COBAEV 35 fue de primera, atentos, serviciales, y educados, sin excesos, siempre prestos a resolver una duda o un cuestionamiento.
Pero, sobre todo, un trato digno y respetuoso a los adultos mayores, -este reportero como simple espectador y acompañante, registraba cada una de las acciones- cosa pocas veces observadas en el trato de funcionarios de cualquier orden de gobierno.
Quienes instalados en la comodidad que otorga el ser parte de la administración pública, muchas veces les importa poco o nada el servir a los demás, mientras a ellos, les paguen su salario.
La atención de las y los integrantes de la Brigada Correcaminos me dejó honestamente sorprendido, nada que ver, con el otro grupo que en su momento estuvo colaborando, y que aparentemente tenía o tuvo otro interés y que mostraban esos chalequitos de Servidores de la Nación.
Ahora todo fue diferente.
Y ni hablar del personal de la Secretaría de Salud de Veracruz, atendiendo con calidad y calidez a las y los adultos mayores, a quienes les tomaban previamente sus signos vitales y revisaban su condición en el Triage instalado previo al proceso de vacunación.
Las y los jóvenes enfermeras y enfermeros que aplicaron el biológico, ni hablar, instalados en un nivel de atención profesional y con excelente trato, mientras una revisaba la documentación, otra preparaba la dosis e inyectaba al adulto mayor.
Posterior a ello, le solicitaban al inoculado que pasará a sentarse en un espacio destinado a la valoración y reacción de la abuelita o abuelito, en donde esperaban que no tuviera alguna reacción alérgica de atención inmediata.
Al paso de aproximadamente 15 a 25 minutos, una doctora, acudía a informarles que ya se podían retirar.
Todo el proceso desde la llegada hasta la inmunización y el periodo de valoración no llevó más de 45 a 50 minutos.
Sirva este espacio para reconocer la labor loable de todo el personal sanitario, de la Secretaría del Bienestar, de las fuerzas del orden que exponiendo el físico han ayudado a nuestros adultos mayores a dar ese nuevo paso hacia un intento de retornar a una normalidad que posiblemente no será igual, pero que al menos con esta dosis infiltra un dejo de esperanza a toda la sociedad.
Al tiempo.
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