La concepción clásica del político bajo la premisa aristotélica del “zoon politikón” encuentra su justificante en aquellos seres humanos que bajo la premisa y naturaleza de sus actos realizan política entendida como un bien superior para ayudar a los demás.
Pero cuando ese sentido es distorsionado por la ambición, que permite mostrar mil caras, realmente es de cuidado.
Quien puede confiar en un político que por un lado dice defender y abanderar los principios y valores de un instituto político que le ha dado todo, y por otro, junto a un grupo de mujeres y hombres de valores y principios verdaderamente funestos pactan acuerdos para traicionar a su partido, creando otro.
Jugar o participar en política no es pecado, mucho menos es un acto inmoral, pero lo que si no tiene madre es que sin renunciar al partido que todo te ha dado, hoy vil y descaradamente lo traiciones.
Héctor Yunes tiene muchísimo que explicar a los priistas ante el audio que lo exhibe bajo el peor concepto que puede existir, el de traidor.
Judas Iscariote tal vez sea el más famoso de todos los traidores de la historia por delatar a Cristo con un beso (de ahí el famoso término “el beso de Judas”) para señalarlo y que le apresaran los romanos a cambio de las famosas 30 monedas de plata.
La traición (política) decía Maquiavelo es el único acto de los hombres que no se justifica. Y agregaba el florentino: “los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta pueden ser perdonados, según las circunstancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno político, sin nada que pueda excusarlos”.
Es así como de esta manera, la traición política o la traición a la patria es sin duda uno de los actos más despreciables, execrables, ruines y vergonzosos que un ser humano pueda cometer contra otro, contra un grupo político, contra un ejército, contra una nación incluso contra la humanidad entera si se diera el caso, todo depende del contexto en que sucedan los hechos.
Hay actos de traición donde a menudo los traidores pagan un alto precio por dicha acción, incluso pagan con su propia vida, que sin duda es el peor de los escenarios posibles.
Cuando un acto de traición se comete por parte de alguien que por su estatus social, político o militar de él depende toda una comunidad o una nación (presidente, un gobernador), las consecuencias pueden ser devastadoras, siendo que miles e incluso millones o decenas de millones de seres humanos pueden terminar pagando muy caro la vileza de este traidor, que por regla general suele hacerlo por esas metafóricas 30 monedas de plata, o por alcanzar un mejor estatus dentro de su ámbito social, una posición de más poder y control, o todas ellas juntas como muchas veces sucede.
Según cuenta la historia, Judas Iscariote cuando comprendió la traición que había cometido contra Cristo, quiso devolver las treinta monedas de plata a los sacerdotes y viendo que ya no había vuelta atrás, horrorizado por sus actos, corrió a quitarse la vida ahorcándose él mismo. Al menos Judas tuvo algo de honor a última hora para imponerse así mismo el peor de los castigos, escuchen bien su propia muerte.
En el caso de Héctor Yunes Landa, ¿cuál será el castigo autoimpuesto por tan reprochable acto?, ¿admitirá abiertamente la vileza de su actuar? O acaso ¿justificará la revelación como un ataque de sus opositores?, ¿adjudicará la medida a una tramposa edición de audio?, ¿se irá abiertamente por la puerta de atrás?
Mucho de lo develado en ese audio, abre las sospechas de si no fue él, el responsable de la debacle priista en el 2018, y si no habría sido él, el factor, que inclinó la balanza para la derrota de José Francisco Yunes Zorrilla -ubicándolo en tercer lugar-, que a la postre permitió el triunfo de Cuitláhuac García Jiménez, actualmente Gobernador de Veracruz.
Cabe resaltar que actualmente el “honor” es como las especies en vías de extinción, sobre todo a nivel político. Todos vemos como los que traicionan a sus votantes y a su propio pueblo, salen sonrientes de los atolladeros, y para más ejemplo no sólo no suelen pagar por sus actos de cobardía y maldad, sino que además son aplaudidos por quienes les siguen ciega e incondicionalmente, aun habiendo sido víctimas estos de las fechorías de dichos políticos.
El actuar de Héctor Yunes nos obliga a cuestionarnos si es un hábil político o un traidor. Seguramente la ciudadanía habrá de dar su justa recompensa a esta clase de personaje.
Al tiempo.
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