QUIERO, por esta vez, no escribir sobre política. Quiero, más bien, a través de este espacio, reconocer ampliamente a un hombre muy querido en el ámbito jurídico, un profesionista que me acompañó por muchos años en aquél programa de radio y televisión, “El Consejero Legal”, que durante muchos años, sirvió para orientar en materia jurídica, a la población veracruzana, y más allá de las fronteras de nuestra entidad. Me refiero al reconocido Maestro José Luis Cuevas Landa.
Ayer, en plena carretera, ya de regreso de mi pueblo, donde estuve para visitar la tumba de mi madre, recibí la triste noticia a través de mi esposa Laura, quien a la vez, me decía que nuestro hijo José Agustín, le había comunicado el deceso de nuestro estimado compadre José Luis, amigo nuestro de muchos años, como ya lo he comentado.
Disminuí la velocidad del carro, para tener mayor oportunidad de pensar y repensar sobre la importancia de la amistad, pero sobre todo, por la relación muy cercana que nos unía con el bien llamado decano de los abogados en Veracruz.
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José Luis Cuevas Landa, nunca me dijo que no, cuando lo invitaba a participar en mi programa de televisión que duró al aire, exactamente, veintisiete años, de los cuales, más de veinte, fue de una amplia colaboración del hoy desaparecido Maestro.
Al llegar a casa, lo primero que hice fue comunicarme con su hijo Mauricio Cuevas Gayosso. Me contestó de inmediato, diciéndome muy dolido que su padre se había ido. Que emprendió este viaje final, como él precisamente lo quería, de manera tranquila y en paz con todo mundo. Fue un breve intercambio de palabras donde ambos coincidimos en que se había ido una verdadera leyenda de Xalapa, un hombre que fue útil a la sociedad, que dio todo lo que pudo a favor de quienes defendió en los tribunales, de quienes convivieron con él durante su fructífera vida, de la amistad y el respeto que prodigó a los demás, pero sobre todo, de la formación de una sólida familia, ejemplo de trabajo y dedicación en todo lo que hacen.
Apenas el día cuatro de este mes, siendo más o menos las nueve y media de la mañana, tuve la oportunidad de saludarlo. Tomado del brazo de una de sus hijas esperaba que se abrieran las puertas del casino jalapeño, donde se llevaría a cabo un evento de carácter político, invitado, sin duda, por su hijo Mauricio. Fue la última vez que platicamos, por cierto, brevemente, sin pensar que pronto la muerte lo sorprendería.
Al terminar la llamada con Mauricio, su hijo, me dijo: “Mi padre era tu compadre, tu amigo y quiero manifestarte que te quería un chingo”.
Y no lo dudo, José Luis Cuevas Landa, fue sincero como pocos.
Hoy, se ha ido, pero ha dejado una verdadera huella en el campo jurídico, pero sobre todo, como un buen ser humano.
Nuestras amplias condolencias de toda mi familia, para nuestra Comadre Yolanda, sus hijos todos, a quienes enviamos un fuerte abrazo de solidaridad en estos momentos de grandes angustias.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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