SI LA intervención oficial no se hubiera dado durante el desarrollo del proceso electoral, calificado como el más importante de la historia política del país, la manifestación democrática de ayer, estuviera, en estos momentos, calificada como una democracia casi perfecta.

Pero no, la abierta y declarada participación presidencial en el transcurso de este evento político nacional, fue lo que motivó muchos problemas, entre ellos, el permiso, por así decirlo, del propio jefe de la nación, para que en diversos Estados de la República, se dieran actos violentos que marcaron a este proceso, como el más peligroso de la historia, tanto para los candidatos como para la propia ciudadanía.

Así, estas elecciones se vieron manchadas, desde hace mucho tiempo, por los atentados en contra de quienes venían participando activamente en las campañas, donde se perdieron vidas y en algunos casos, personas lesionadas que hasta este momento aún no se recuperan. Muchos otros actos fueron solamente de intimidación, pero reflejan, desde luego, el seguimiento de una actitud irresponsable de quien maneja los destinos de la nación.

El proceso electoral, que apenas culminó ayer, en lo que corresponde al orden normal de su desarrollo, ha dejado una estela de muerte y dolor, de alguna manera, sustentado en la actitud presidencial, la cual fue mal ejemplo para muchos grupos políticos afines al gobierno, para aquellos que jugaron su papel fuera de la ley y para quienes se vieron con la plena libertad de actuar dentro de un marco de impunidad política y judicial.

En México, se ha avanzado significativamente en materia electoral y se han dado muestras claras de que la democracia también ha tenido sus aspiraciones de concretarse como una verdadera forma de convivencia política, donde pacíficamente se elijan a los mejores candidatos que representan al resto de la población, pero lamentablemente, la ambición del poder, la continuidad de un régimen político con tintes absolutistas, hicieron que se regresaran muchas décadas en este proceso de modernización electoral.

Aún así, México, ha cumplido, una vez más, con el llamado cívico de ejercer su derecho a elegir y de su obligación como ciudadano. Los resultados de este proceso, ya será otro tema a comentar.

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MORENA, ¿TUVO MIEDO?

DESDE EL PRESIDENTE de la República, que pertenece a este partido político, hasta el más modesto de sus militantes, pasando por los dirigentes nacionales, estatales y municipales, siempre estuvieron preocupados por lo que pudiera suceder en estos comicios. Sí, desde luego, que sí se vieron temerosos desde que inició este proceso electoral, porque ellos mismos se daban cuenta de que sus acciones políticas y en muchos casos de carácter personal, no estaban siendo las más adecuadas. Mostraron el rigor del poder, usándolo de manera equivocada y avalada por quien tiene la responsabilidad de gobernar para todos, como nunca se había visto en el pasado.

Echaron, pues, mano de todas las estrategias posibles, entre ellas la propia intervención presidencial, para allanarse el camino más seguro y alcanzar nuevamente la victoria electoral, sin que se sepa hasta ahora, si tales estrategias les dieron los resultados deseados.

Hasta el momento de redactar esta columna, aún no se tenían resultados firmes y concretos a favor de alguna organización política en particular, aunque las evidencias de una marcada tendencia se manifestaban por comenzar a recomponer este escenario político de la nación.

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DE LO MÁS RECIENTE.

TRES HORAS DESPUÉS de haber concluido la jornada electoral, los dos candidatos más adelantados en la carrera por la Presidencia Municipal de Xalapa, Ricardo Ahued Bardahuill, y David Velasco Chedraui, se declaraban vencedores de la contienda, respaldándose con las actas electorales correspondientes. Incluso, Ahued Bardahuill, aseguró que su triunfo electoral era del dos o tres a uno sobre su más cercano contendiente, David Velasco Chedraui, por lo que consideraba que la victoria electoral, era ya irreversible.

Mientras tanto, los votos seguían contándose en las casillas, debido a que algunas de ellas habían cerrado mucho después de las seis de la tarde, en virtud de que todavía existían ciudadanos que hacían cola para votar.

Ahued, hasta el último momento de la votación, se mantuvo como favorito, pero se esperaba que fueran las autoridades electorales, las que dieran a conocer los avances del conteo y consiguientemente, los resultados más concretos sobre quién de los dos alcanzaba el mayor número de sufragios en su favor.

Ahora, más que nunca, la ciudadanía de esta capital veracruzana, tenía bien reflexionado el voto, por lo que hubo decisión prudente y definitiva en esta elección de su nuevo alcalde.

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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.

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