Así lo muestran los hechos cotidianos, pero también los datos lo confirman, como los recientemente dados a conocer por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Entre 2018 y 2020, la pobreza en México tiene un mayor impacto en las mujeres, ya que 8 de cada 10 viven bajo algún grado de pobreza o son vulnerables por sus ingresos que perciben o por las carencias sociales que padecen.
Recordemos que la pobreza de acuerdo a la Coneval es aquella persona que tiene al menos una carencia social de los 6 indicadores medidos (rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) además de que su ingreso es insuficiente para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
De acuerdo a los últimos datos del Censo Nacional de Población 2020, en México hay 65.5 millones de mujeres de las cuales 50 millones están en pobreza o riesgo de ella, es decir, el 76 por ciento, tan solo 15.5 millones están libres de experimentarla.
En una columna de Ana Karen García, analista de Indicadores Macroeconómicos y de Desarrollo Social, publicada el fin de semana por el Diario El Economista se presenta una infografía de la integración de ese 76 por ciento: el 8 por ciento corresponde a mujeres en pobreza extrema, 36 por ciento, a pobreza moderada; 23 por ciento corresponde a mujeres vulnerables por carencias; un 9 por ciento, de mujeres vulnerables por ingresos y 24 por ciento correspondiente a mujeres no pobres y no vulnerables.
Si usted que me lee es mujer ¿sabe si está dentro de ese 76 por ciento? O si es hombre, ¿puede identificar alguna mujer de acuerdo a lo siguiente?
Las Mujeres en Pobreza Extrema (8%) tienen 3 o más de los 6 indicadores mencionados arriba. Tienen alta probabilidad de no saber leer ni escribir, no cuentan con servicios de salud si se enferman, no pueden acceder a la seguridad social, viven en hacinamiento, les faltan servicios básicos en su vivienda como agua, luz, internet, además de que no tienen ingresos, o éste es tan bajo que si lo gastaran todo en alimentos, no podrían adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana, es decir no pueden comprar la canasta básica alimentaria.
Mujeres en pobreza moderada (36%) son aquellas que siendo pobres no se encuentran en pobreza extrema. En este grupo las mujeres pueden comprar la canasta básica, pero pueden tener hasta 2 carencias sociales.
Mujeres Vulnerables por carencias (23%) son aquellas que tienen carencias sociales (rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación), pero cuyo ingreso es superior a la línea del bienestar, siendo ésta el valor monetario de una canasta de alimentos, bienes y servicios básicos.
Mujeres Vulnerables por ingresos (9%) Son aquellas que no presentan carencias sociales, pero cuyo ingreso es inferior o igual a la línea de bienestar.
Las Mujeres no Pobres y No Vulnerables (24%) no tienen carencias sociales ni tampoco son vulnerables, ya que tienen un ingreso que les permite solventarlos.
Con la pandemia, aparte de abrir la brecha de género entre hombres y mujeres, se ha demostrado que las mujeres son más vulnerables, pues los hogares que tienen más mujeres o que son jefas de familia presentan una mayor pobreza que los que tienen un jefe varón.
Sin duda puede hacer el ejercicio para ver en qué grupo está. Por lo pronto a mí ya me generó la duda de saber si soy una mujer que está en pobreza moderada o ser una mujer vulnerable por carencias.
Aunque si fuera vulnerable por carencias, estaría a un paso de caer en pobreza moderada. ¡Y yo que me creía clase media!
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