Héctor Yunes anda, siempre movido, siempre atrevido, siempre en la brega, quiso ser el líder que necesitaba su partido, pero no pudo. Las condiciones no se dieron y él alcanzó q llegar, aunque ya muy tarde, para ocupar un lugar que se merecía desde los finales del sexenio fidelista.
Otra historia estaríamos contando si lo hubieran dejado ser el candidato y el Gobernador que necesitaba el priismo veracruzano en ese momento.
Pepe Yunes, por su parte, pudo tal vez ser el protagonista emblemático de su partido, pero no quiso, entreverado en su obstinación de quedar bien con todos (que es una forma segura de no quedar bien con nadie) y evitó compromisos y arriesgues, cosa que lo mandó a la más precaria obtención de votos que tuvo nunca un candidato priista a la gubernatura jarocha.
Los priistas que se mantienen al lado de uno y otro de los Yunes rojos permanecen como resabios de los antañones tiempos de gloria.
Sin embargo, gracias en buena medida a la sagacidad de su dirigencia actual, el priismo alienta vida en Veracruz, mientras parece hibernar a la espera de una primavera propicia... y de un liderazgo conductor.
Y parece mentira que en un partido que fue eminentemente machista y misógino aparezca en su horizonte solamente una mujer, que es quien tiene las condiciones para tomar la estafeta.
La diputada Lorena Piñón se ha sabido mover políticamente en el ámbito estatal y ha fincado una imagen que la llevó a ocupar una cartera que ha hecho importante en el comité nacional.
Joven, decidida, preparada políticamente, la sanrafaelense empieza una carrera legislativa que le aportará lauros y la colocará como un referente para el priismo estatal.
No hay que perder de vista a esta aguerrida militante que recorrió todo el escalafón partidista hasta subir a las alturas merecidas... y todo en medio de tantos machos que terminaron llorando lo que no supieron defender como hombres.
Cosas verdes...
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