A Miguel Ángel Vega García le tocó llevar todo el tema de la vigilancia y Santoyo Domínguez se dedicó a la estético.
Ahora, con la sorpresiva renuncia de Miguel Ángel Vega hay especulaciones acerca de las razones, si habrá sido el hartazgo de esa tirante situación y las múltiples fricciones que la titular ha generado entre todo su equipo, al grado de que ha corrido por cualquier nimiedad a casi la mayoría de los que en un principio con ella iniciaron. Hay otras teorías que no descartan la renuncia a la luz de la filtración del audio de la Contralora General (que ella asegura está truqueado) en la que aparentemente se le escuchaba dictar sanciones a quienes se expresaran mal de la 4T en sus redes sociales.
Lo cierto es que de los directores generales con los que empezó Mercedes Santoyo Domínguez ya no le queda ninguno; de los contralores que llevó ya no le queda casi ninguno; de los amigos que invitó ya no le queda casi ninguno… y aquí es donde nace la pregunta, ¿Si ha tenido que hacer infinidad de movimientos, en realidad sus subalternos son los que no dan el ancho? ¿O es que la capacidad de liderazgo en la Contraloría General del Estado ha dejado mucho que desear?
Como bien apunta el periodista Quirino Moreno, “David Hernández Ortiz de inmediato llegó a suplir a Vega, en lo que fue el cambio, entrega-recepción más rápido y veloz que hemos visto en lo que va de esta administración”.
Algo sucede en la Contraloría. La capacidad de Mercedes Santoyo como implementadora de esquemas de calidad no está en duda, y si hasta ahorita no ha dado resultados fehacientes tal vez Miguel Ángel Vega García era la piedrita en el zapato que le faltaba sacudirse… y si a pesar de la salida de Vega García las cosas no mejoran, bueno, pues entonces habría que replantearse en dónde está el problema, en la cabeza o del cuello para abajo.
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