Pero la cosa es que los tricolores por convicción o por conveniencia están hechos a moverse en pos de alguien que dirige, de alguien que encabeza... de quien lidera.
Antes, por definición, en los estados esa figura la cubrían los gobernadores, y cuando no había un correligionario al frente del Gobierno, era suplida por el Presidente del Comité Directivo Estatal o algún Delegado plenipotenciario del Comité Ejecutivo Nacional.
La transición en Veracruz hizo que se perdiera ese liderazgo natural (y sus recursos adjuntos) con el triunfo del panista Miguel Ángel Yunes Linares y después del morenista Cuitláhuac García Jiménez.
Fue una debacle que terminó por reducirle a la mitad su voto duro y lo mandó al tercer lugar de las últimas contiendas electorales.
Los menos de 500 mil votos que le quedan al PRI, diseminados y atomizados, no le sirven para conquistar nada de relevancia, frente a los votantes millonarios del PAN y de Morena en el estado.
Marlon Ramírez, definido como un dirigente Kotex (llegó al mejor lugar, pero en el peor momento), está haciendo más de lo que puede y logró contener la caída del voto, que estaba dirigida al abismo.
La lealtad mantenida y el voto fiel (el adjetivo tiene jiribilla) han permitido que el partido permanezca, que no se esfume en la nada.
Pero les falta un líder...
Y eso lo intuyen o lo saben varios. Y de esos varios hay quienes quieren o pueden encaramarse. Ya lo empiezan a hacer.
¿Nombres? Con gusto:
Héctor y Pepe Yunes, Renato Alarcón Guevara, Lorena Piñón (una mujer, muy interesante), los hermanos Vázquez Parissi -Cirilo y Ponciano-... y Juan Manuel Diez Francos, el artífice de la magia de Orizaba.
Mañana le post-seguimos...
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