Incluso aquellos ahorradores que cuentan con ingresos que no se modificaron por el escenario económico, padecen la devaluación de su dinero, por el impacto negativo directo que la inflación tiene siempre en las tasas de rendimiento por lo que incluso expertos en el tema recomiendan las inversiones a plazo, considerando que la inflación no cederá hasta el 2023.
Imposible cerrar los ojos, para quienes nuestra labor profesional se desarrolla en un espacio en donde diariamente observamos la realidad que vive la clase trabajadora, cuyos decembrinos días se desenvuelven en un torbellino de deudas que si antes eran llevaderas, por ahora son impagables.
Una constante une a todos ellos, a todos los que llegan hasta la puerta del Barzón, es que todos quieren pagar, pero por ahora no pueden hacerlo; el aguinaldo está ya comprometido o bien se quedó en el año gastado en atender la salud, en algunos casos extremos defunciones. Los que quedaron desempleados gastaron sus ahorros en comida, rentas o el pago de la vivienda, considerando que hayan tenido la fortuna de no enfermarse.
Sin ánimo de ser pesimistas el inicio del próximo año 2022 no pinta mejor, pues recordemos que para enero tendremos la cuesta de enero, fechas en las que si antes se tenía que recurrir al empeño para sobrellevar los primeros días del nuevo año ahora ya no hay ni qué empeñar.
Todo este escenario frente a una serie de pendientes para una vida digna y un reparto de la riqueza mas justa que representen para los mexicanos un verdadero bienestar, y que solo pueden abordarse desde el plano legislativo para corregir los abusos y los excesos de quienes se enriquecen a costa de lucrar de manera excesiva y desmedida con los paupérrimos ingresos de quienes necesitan acceder a créditos para poder comer, tener vivienda, atender la salud, la educación de sus hijos y dar cobertura a otras necesidades básicas.
Y, ¿cuáles son esos pendientes para abordaje?, pues la revisión, regulación y reducción de las tasas de interés que pagamos por los créditos, y que han convertido a las deudas en impagables; la efectiva protección a los salarios, a través de la terminación de los gravámenes que se cargan a las nóminas quincenales mediante descuentos a favor de financieras y particulares que a cambio de un poco de liquidez, han convertido a las propias instituciones del Estado, en verdaderas tiendas de raya.
Y desde luego, una mejor y efectiva regulación a las instituciones de crédito, que les ponga en orden y termine con la voracidad de prestar dinero a cambio de empeñar -por poco- hasta el alma. Lo mismo para los empeños leoninos que terminan por robarse lo empeñado a “la mala”. Y ya de paso también habría que revisar los fondos de vivienda como el Infonavit y Fovissste, en donde también ha encontrado cabida la usura, ése cáncer de la sociedad que debe ser erradicado en aras de cumplir la promesa de bienestar que aún no llega a los hogares mexicanos.
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