Monreal le colmó el plato al presidente cuando vino a defender a unos jóvenes presos por ultrajes a la autoridad; cuando dijo que la justicia veracruzana era “omisa y mediocre”; cuando le dijo al gobernador que él (Ricardo Monreal) defiende el Estado de Derecho, pero sobre todo cuando le dijo al presidente, en mensaje velado, que concentrar tanto poder acerca a la tiranía. Así que había que darle un buen zape.
Servil como siempre ha sido con el presidente, el gobernador cumplió la orden poniendo tras las rejas a José Manuel del Río. Lo que quizá no dimensionó Andrés Manuel fue el alboroto que causaría esa detención; aunque quien está pagando el rompedero de platos es su honesto muchacho Cuitláhuac García.
Tras la detención y en conferencia de prensa, el senador Dante Delgado le dijo lindeza y media tanto a Cuitláhuac como a la fiscal estatal Verónica Hernández Giadáns. “Vulgares funcionarios sin principios, representantes genuinos de la corrupción y carentes de escrúpulos”.
Desde el Senado Ricardo Monreal aseguró que la entidad vive momentos de persecución y maquinación de delitos. “Pobre Veracruz, tan lejos de la justicia y tan cerca del autoritarismo”. Pero hizo más, logró que todos los senadores de Morena incluidos los veracruzanos Ernesto Pérez Astorga y Gloria Sánchez, emitieran un comunicado donde advierten lo lamentable que será que la detención de José Manuel del Río tenga un trasfondo de venganza o persecución política.
Más mesurado pero firme y claro en sus conceptos, el diputado federal del PRI, José Francisco Yunes Zorrilla sentenció: Veracruz no puede permitirse el error histórico de retroceder democráticamente y ceder ante el abuso que se ejerce desde el poder. Lucharemos contra el uso político de la seguridad y la justicia para intimidar adversarios y neutralizar críticos. Sobran ejemplos de persecución.
Cuando Dante agregó que solicitará al Senado que investigue los “hechos indignantes” para dar inicio al procedimiento de desaparición de poderes en Veracruz, levanté una ceja porque en este país los senadores jamás han removido a un gobernador si no es por orden del Presidente. Pero el comentario se movió en las redes y dio origen al hashtag #FueraCuitláhuacGarcía.
Aunque hay quienes insisten en culparlo por la detención de José Manuel, lo cierto es que Cuitláhuac carece de los tamaños para irse por la libre o actuar por su cuenta. Él recibió órdenes y las cumplió.
Cuitláhuac es un peón al que Andrés Manuel ha movido a su antojo y punto. Un peón que pasará a la historia como un represor porque así lo quiso López Obrador. Además de que por su cuenta ha sido incapaz de contener la violencia traducida en homicidios, feminicidios y secuestros que ha sufrido la entidad los últimos tres años. Por consiguiente, es a él al que se le están cargando las pulgas y más que se le van a cargar a partir de que un juez sentenció a José Manuel a un año de prisión preventiva.
Y mientras el peón sufre el rey observa. Aunque reitero lector, quizá Andrés Manuel no dimensionó las consecuencias de esta detención, pero deberá tener cuidado porque no es indestructible.
Es evidente que la soberbia le ha obnubilando el cerebro y no quiere darse cuenta que ha abierto decenas de frentes peligrosos. Hay quienes esperarán al 2024 para perseguirlo judicialmente y aguas porque en una de esas puede ser el segundo presidente después de Madero en ir a prisión.
Si quiere evitarse esos dolores de cabeza tiene una de dos sopas a escoger: o deja de ser el Donald Trump tropical y empieza a emular a Ángela Merkel y a Mahatma Gandhi juntos, lo que lo puede convertir en un gran estadista… o se convierte en dictador y termina ordenando que encierren a todos sus enemigos y adversarios.
No hay más para él.
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