La mayoría, por no decir todos, son zonas de contagio, cloacas pestilentes, con muebles de baño viejos y partidos, insalubres, sin agua corriente, algunos con puertas de madera desvencijadas y botes rebosantes de papeles usados.
Además, en la mayoría de los restaurantes no se respetan las medidas de higiene en cocinas y en el servicio. Las personas que atienden las mesas no portan uniforme, cofias, ni cubre bocas, utilizan a menores de edad en el servicio a clientes y no cumplen con el envío de facturas por correos electrónicos. Ya ni decir del abuso en los precios al consumidor.
Es decir, son muchas las reglas laborales, de salud, comercio, hacienda y turismo, que se violan flagrantemente en ese Patrimonio de la Humanidad que hoy promocionan como algo espectacular.
Ya en el interior de la Ciudad, algunos negocios de artesanías prestan de manera provisional sus mingitorios improvisados al costo de 5 pesos para que los turistas satisfagan sus necesidades básicas, debido a que esta ciudad turística no ha sabido resolver ese problema.
Sería bueno que lo hicieran, puesto que el turismo merece respeto y no tener que salir de ahí echando pestes por los pésimos servicios que se esconden tras tradiciones y cultura de ese lindo pueblo.
A ver qué hacen cuando menos los mencionados titulares de Salud y Turismo de Veracruz para remediar las anomalías que se mencionan, pues por algo se debe empezar; pues así, aunque se gaste en la promoción turística no resultará nada bueno, al menos para el turismo que se atreve a visitar esa hermosa, cultural e histórica ciudad.
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