Por tanto, lo que se debe garantizar es el punto medio en el que los derechos humanos no se vulneren y el respeto a las policías del país sea evidente.
Luego de que la Suprema Corte de Justicia declarara inconstitucional el delito en mención, quedan en el tintero algunos puntos a discutir. El primero de ellos es la modificación a la Ley que se hizo este mismo domingo y que pareciera tutelar la preocupación de los magistrados al salvaguardar el derecho a la libertad de expresión y al acotar la violencia como el único causal para determinar la prisión.
Así, el reclamo popular y el temor de que por una simple mentada de madre le empujen a cualquier paisano varios años de prisión, se diluye… sin que la modificación a la ley garantice que no le inventen a alguien alguna agresión violenta.
Los diputados veracruzanos se vieron muy hábiles al modificar la Ley este domingo, pues no solo ganaron tiempo sino que también dan la impresión de haber atendido -haiga sido como haiga sido- la recomendación de la CNDH. Los magistrados de la Suprema Corte determinaron lo que se veía venir, que no estaba clara la Ley y que cualquier acción verbal no debía ser considerada ultraje. Aún así, los magistrados en sus exposiciones de motivos tampoco dejaron pasar la oportunidad de expresar que los policías sí debían estar protegidos por la ley para el ejercicio de su función… por lo que la ventana de oportunidad está en la mesa.
Al mismo tiempo Cuitláhuac García Jiménez hizo bien en no declarar a bote pronto acerca de la resolución de la Corte, pues efectivamente es necesario que ésta notifique al Estado acerca de su resolución para ver en qué términos viene ésta. Además, señaló que enviaría una nueva iniciativa de Ley, para subsanar el vacío legal que la insconstitucionalidad genera. O sea, el delito mutará, como si se tratara de una nueva Cepa del Covid.
Y mientras, los que ya festejan su próxima salida de las cárceles veracruzanas por la inconstitucionalidad del delito de Ultrajes, tal vez deban tomar aire y esperar sentados, pues no son ni los 2 mil o 3 mil encarcelados por este delito que tanto señalan, sino unos 200 y los demás aparte de ultrajes tienen en su haber otros señalamientos.
Y dicho sea de paso, los sabios bebedores de café también comentaron que ninguno de ellos metería las manos al fuego por esas personas encarceladas, porque una cosa es que a muchos no les guste ese delito y otra muy diferente que sean almas de la caridad. En las cárceles mexicanas hay lamentables casos de inocentes tras las rejas… pero son más los lamentables casos de delincuentes en libertad.
Canillazos duros para los que en afán de evidenciar errores del gobierno, son capaces de meter las manos al fuego por los delincuentes y desamparar a los policías. Lecheros calientes para los que toman este tema con tiento y entienden que por el momento, lo más prudente es esperar.
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