La promoción de los atractivos serranos y gastronómicos que tiene Altotonga ha sido una táctica que le está funcionando a las maravillas a Ignacio -hijo por cierto de otro gran alcalde, del mismo nombre-, y es un pilar que se asienta junto con otros proyectos, como la mejora en la salud pública, el tratamiento de basura, y el impulso a la comercialización de productos primarios locales, como el café y frutos de la zona fría.
Es de reconocerse el ímpetu juvenil del presidente altotonguense (espero que ese sea el gentilicio adecuado) pero también la capacidad que ha mostrado para mantener abiertas las puertas de la relación con propios y extraños.
No es un secreto ni mucho menos que Ignacio Morales Guevara es uno de los activos más valiosos y cercanos al diputado Pepe Yunes Zorrilla, con el que ha coincidido desde hace años y al que siempre le ha mostrado respeto y lealtad. No obstante, como alcalde ha sabido mantener vínculos con funcionarios de la autoridad estatal, empezando por el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, de quien ha conseguido diversos apoyos para su municipio.
Nacho Morales Guevara es un genuino representante de lo que se llama el síndrome del hermano menor, que consiste en que en muchos casos el primogénito de la familia tiene que dejar el lugar preponderante al menor de los vástagos, porque éste último se formó en el esfuerzo de ser el mejor, aunque sin las condiciones propicias que tiene quien supera en edad y fue primero en arribar a la familia. Carlos, su hermano mayor, fue presidente municipal también hace algunos años e hizo una administración decorosa, que sin embargo está siendo desplazada notoriamente en sus resultados por los vertiginosos cien días que ha desarrollado Ignacio y que por lo que se ve, se multiplicarán en beneficios para su ciudad.
No hay que perderle la vista.
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