Todo comenzó hace casi diez años cuando su hija le pidió el favor de ser su aval, para poder “sacar” un auto nuevo que usaría como taxi, según sus planes de la cuenta diaria del servicio de transporte saldría para hacer los pagos, y cubrir otras necesidades, como requisito la financiera de giro crédito automotriz pidió un aval.
¡Pero no cualquier aval!, sino alguien que tuviera bienes a su nombre y con escritura; dado el pedimento la única persona que reunía las calidades era Inocencia, quien además es soltera y por tanto no tenía que pedir permiso a nadie más para poder dar en “garantía” su casa la cual estaba libre de cualquier tipo de gravamen, pues ella nunca había pedido prestado y menos quedado a deber.
El amor de Madre, no tiene límites y desde luego tampoco precio, ¿qué no estaría dispuesta a hacer una Madre por sus hijos para ayudarlos? o ¿Cuál es el límite de su amor hacia ellos? sobre todo si se tiene la seguridad de que la deuda saldría adelante y que su casa no correría peligro.
Quizá el único reproche que cabe, fue el exceso de confianza para pedir documentos que le demostraran que diez años después la cuenta había sido pagada y pedir la liberación de los pagarés y demás documentos firmados como aval.
Tan solo la notificación muestra que el juicio comenzó hace nueve años, en los que bien se tuvo la oportunidad de resolver el problema. ¿Por qué esperar hasta este momento?
Las dudas, reproches y hubieras, salen sobrando en este momento en donde el aviso final de que será desalojada resume todo. No cabe mas que actuar y hacerlo rápido pues mientras se tiene la posesión siempre habrá esperanza.
Sirva el caso para reflexionar sobre todos aquellos pagaré y firmas que hemos dejado perdidos en el tiempo y en el espacio, toda deuda pagada debe ser liberada. Todo pagaré firmado debe ser devuelto al suscriptor una vez satisfecha la deuda o nos atenemos a las consecuencias del descuido.
También para voltear a ver a las mujeres y a esa modalidad de violencia que no es física, no es sexual; sino económica y financiera, y que tiene como consecuencia mediante la privación de sus bienes o de su dinero coartar su derecho a una vida digna y con libertad. Y que no se infringe solo por el género opuesto, y que no se da solo en relaciones sentimentales de pareja o conyugales, sino que también se puede dar de hijos a padres, y así tenemos que reconocerlo y visibilizarlo para remediarlo. ¡Qué difícil tema!
Si el asunto de hablar de una deuda, no es sencillo, pues nos da pena, nos sentimos culpables, señalados, juzgados, fracasados, impotentes, rebasados ¡imagínese resolverla! a quien se le encomienda la tarea, requiere de mucha experiencia, paciencia, tenacidad y alto sentido de honestidad y responsabilidad. Por eso buscar y encontrar la ayuda correcta en el momento oportuno hace siempre la diferencia.
Ánimo, y ¡Feliz Día de las Madres!
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