De entrada, dijo, ya cuenta con información de que era falso que hubiera embodegados medicamentos oncológicos y mucho menos a punto de caducar.
Reconoció que sí había en algunas bodegas y almacenes diversas medicinas, como parte de la estrategia de distribución, pero nada irregular.
Por ello, reiteró que serán las instancias de fiscalización como la ASF y el ORFIS, quienes informen lo que realmente ocurrió y con ello aclarar a los veracruzanos si se presentó alguna anomalía o incluso negligencia de algún funcionario para que sea castigada.
Lo que seguramente no le han informado al diputado y muy probablemente jamás se reconozca, es que luego del escándalo se enviaron a los centros de salud de Veracruz (de preferencia los más alejados), las medicinas que estaban más próximas a caducar. Algunas de ellas, por cierto, faltando solo una semana antes de que caducaran, según reportes de médicos que pidieron omitir sus generales.
La instrucción fue clara “Coloquen todo el medicamento, y si no se distribuye entre sus pacientes se les cobrará a ustedes”. Así que no se sorprenda si de pronto a los enfermos de las zonas marginadas los atiborran de medicinas, incluso por enfermedades que ni ellos sabían que tenían.
¿Qué va a pasar con el tema de las medicinas embodegadas? Desde ahora le podemos afirmar que nada, porque las medicinas estaban “a punto” de caducar, pero como los exhibieron antes, las sacaron a mansalva y con la instrucción de que se distribuyeran cueste lo que cueste.
Esa fue sin duda una herencia maldita que Roberto Ramos Alor le dejó a los veracruzanos.
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