Y esto lo comento, porque lo ocurrido el pasado miércoles a mitad de jornada con el delegado de la Secretaría del Bienestar, Manuel Huerta Ladrón de Guevara es la exhibición de la estulticia maliciosa que proviene nada más y nada menos que de las mismas entrañas del Palacio de Gobierno.
Con claras intenciones de volverle a crear un circo mediático que lo ponga en la maledicencia social y cargarle todas las pulgas soltaron el rumor de que en esos momentos estaba presentando su renuncia y realizando el proceso de entrega recepción de la dependencia a su cargo.
Que dicho sea, es la principal operadora política, con funciones de benefactora electoral para lo que se avecina, pues es de ahí, donde el control territorial de Morena proviene.
Nadie discutirá que el factor que representan los miles de millones de pesos repartidos en diversos programas de bienestar, han sido preponderantes en el crecimiento político y territorial del actual régimen político.
Sin los padrones de beneficiarios y la inyección de recursos difícilmente Morena, ganaría una sola elección, es por coincidencia el mismo modelo priista traspolado nada más a su nueva realidad.
Será quizá por ello, que se afirma que el PRI no ha muerto, solo se ha transformado, vamos, es la misma cucaracha kafkiana, solo que en vez de ser obscura, esta nos salió, morena, pero para el caso, es la misma cucaracha.
Ahora bien, ¿a qué atribuir está nueva ola de zopiloteo político?
Pues simplemente a que los tiempos y espacios para la próxima elección se comienzan a cerrar, y al menos uno de los suspirantes sabe y se sabe perdido, pero en aras de poder lograr llegar a donde no llegará, emplea cualquier ardid para romperle la madre a su oponente.
Y es que de oponentes a oponentes, Manuel Huerta les resulta el más a modo, las razones que pudieran esgrimir pudieran ser muchas, pero lo que no le perdonan son dos cosas, una, haber tenido que estar bajo sus instrucciones siendo dirigente estatal de Morena, la otra su cercanía con el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esa empatía, que hoy es causa de molestia, no es más que el reflejo de la serie de complejos que el orondo personaje carga dentro de su morral de chivas, en donde entre muertos y pendientes con la justicia acumula ya una larguísima lista, que lo ponen sumamente nervioso.
Sabedor que la política es tan efímera, la sensación de caída al vacío es cada vez más grande, orillándoles a emprender ese juego por demás antropomorfo en donde el chango pretende mantenerse erguido, lo que no ocurrirá jamás, pues su naturaleza los delata, y el que es chango, en el pelar bananas se les nota.
Mientras tanto el “muerto que tanto matáis, goza de cabal salud” y prepara un recibimiento por lo alto para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien le profesa respeto y afecto, cosa que algunos no tienen.
Al tiempo.
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