A los obreros y campesinos se los echaría a la bolsa cuando anduviera en campaña, una vez que ganara la encuesta interna del PRD, lo que sería pan comido porque iba 2-1 adelante del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
Pero…
Algo pasó porque luego de la “auscultación final” López Obrador resultó “ganador” lo que nadie creyó.
Después se supo que Ebrard había declinado con la promesa de ser Secretario de Gobernación de Andrés Manuel y candidato a la presidencia en el 2018 (tienes mi palabra Marcelo).
Pero nada de eso ocurrió porque el tabasqueño perdió por segunda ocasión la presidencia y seis años después volvió a competir sin hacer ningún pacto con Marcelo, que tendrá el resto de su existencia para arrepentirse de haber declinado en 2012 cuando la candidatura era suya.
“A Marcelo le faltaron agallas para enfrentar a Andrés Manuel y decirle ‘te gané en buena lid, déjame pasar’, pero le tuvo miedo. Si el Peje llega a la presidencia jamás le cumplirá lo que le prometió”, me dijeron en aquella ocasión varios analistas políticos y tuvieron razón.
Hoy, sin el apoyo presidencial, Marcelo busca infructuosamente la candidatura de Morena que nunca va a alcanzar y él lo sabe. Su oportunidad era en el 2012 y la dejó ir. Pero además, si busca la presidencia por otro partido y llega a levantar el vuelo, Andrés Manuel lo cazará como a un pato con el informe sobre la Línea 12 del Metro.
La ecuación del tabasqueño es muy sencilla. Marcelo no será su candidato porque apenas se tercie la banda tricolor mandará al diablo a la 4T con todo y su creador.
Claudia era la favorita y así se mantuvo por tres años hasta que comenzó a ser una mala copia de López Obrador. Tanto se afana en parecerse a Andrés Manuel que ha despertado las sospechas del desconfiado tabasqueño que se mira en dos espejos: el de Plutarco Elías Calles que escogió como su sucesor a Lázaro Cárdenas “por dócil y manejable” y el de Gustavo Díaz Ordaz que escogió a Luis Echeverría “por sumiso y disciplinado”. Y así les fue.
Zorro como es, Andrés Manuel intuye que Claudia, que navega con esas banderas, lo puede vapulear como hicieron Cárdenas y Echeverría con sus antecesores.
El tercer aspirante Adán Augusto López, también es dócil, manejable, sumiso y disciplinado, pero a diferencia de Claudia Sheinbaum es limitado de intelecto y dependiente por naturaleza, de ahí que no dé un paso sin la anuencia del presidente. Adán Augusto es 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de eficiencia.
Que vaya en tercer lugar en las encuestas, muy abajo de Marcelo y Claudia, eso es intrascendente.
Cuando a don Porfirio le enseñaron las maquetas finalistas del concurso para hacer el Hemiciclo a Juárez, sus ojos se posaron en una a la que observó con especial interés. “¿Qué lugar ocupó ésta?”, preguntó. “El tercero, señor Presidente” le contestaron. “Qué bella es” dijo con sincera admiración.
Y esa maqueta se convirtió en el Hemiciclo al Benemérito que hoy engalana la Alameda Central.
Sí sí sí, ya sé que el Hemiciclo nada tiene que ver con el Secretario de Gobernación y no es mi intención compararlos. Mi interés es resaltar lo que ha sido y es el poder presidencial.
Por muy alejado que esté de los dos punteros, Adán Augusto está que ni mandado a hacer para el proyecto que tiene López Obrador a futuro: seguir gobernando el país después del 2024 en un maximato que se extenderá hasta donde le alcance la vida.
Al menos así la veo venir, lector.
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