La noticia cayó como un balde de agua fría a los presidentes del PAN Marko Cortés Mendoza y del PRD Jesús Zambrano Grijalva. Y más porque apenas unos días antes, y qué digo unos días, ¡unas horas antes!, Alito Moreno escupía a todos los vientos que él no se iba a doblegar ante la presión gubernamental contra su persona (y sus bienes y su libertad), y que su partido mantendría enhiesto el bloqueo legislativo de la alianza Va por México en contra de todas las propuestas elevadas por el presidente López Obrador o por la bancada de Morena o las de sus aliados.
Alito enseñó el cobre para que el gobierno no enseñara el oro que aquél mantenía y mantiene en su poder inexplicablemente, como parte de su patrimonio personal.
Los senadores priistas encabezados por Miguel Ángel Osorio Chong pusieron el grito en el cielo y se opusieron a la nueva línea de su dirigente.
En cualquier partido que se respete, la expulsión del traidor hubiera sido inmediata. Los liderazgos nacionales y regionales de inmediato hubieran lanzado el anatema contra el renegado.
Pero los priistas… los priistas… los priistas son… institucionales. Están acostumbrados a seguir la línea de arriba, a doblar la cerviz, a aceptar sin chistar las órdenes superiores, aunque vayan contra su conciencia o su esencia.
Sin embargo, estoy esperando la reacción necesaria, indispensable de priistas impecables que darán la cara por la dignidad de su partido. Ésos que se han mantenido dentro del tricolor a pesar de la adversidad.
En Veracruz, vendrá la respuesta valiente y decidida contra el que se vendió. Seguro. Y deberá llegar más temprano que tarde de priistas históricos como Pepe Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa, Renato Alarcón Guevara, Anilú Íngram Vallines, Alfredo Ferrari Saavedra, Domingo Yorio Saqui, Carlos Aceves Amezcua, Marlon Ramírez Marín, Silvia Domínguez López, Américo Zúñiga Martínez, Juan Manuel Diez Francos y muchos más.
Los seguimos esperando…
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