Pero no debe mandar a las fuerzas armadas a enfrentarse con el crimen organizado con la orden de dar “abrazos y no balazos”.
Hay decisiones, como abandonar el aeropuerto de Texcoco y agrandar el de Santa Lucía, que son un “craso” error desde el punto de vista económico y aéreo.
La construcción de una refinería en “Dos Bocas”, en el estado de Tabasco, donde los especialistas le dejaron claro que no es recomendable ni técnica ni económicamente es también otro “craso” error.
La construcción de un tren en medio de una zona protegida, en donde se cortaron miles de árboles y tapado cenotes, destruye una zona turística por crear un camino para el turismo.
Muchos de sus colaboradores, para conservar la “chamba” ante su “terquedad” en la toma de decisiones, sin escuchar opiniones diferentes a las que él propone, prefieren callar y contestar como los “lambiscones” y “chambistas”, cuando sus jefes les preguntan ¿Qué hora es?, responden “las que usted diga señor”.
Quienes conocemos a López Obrador de toda una vida, podría decir desde niños, nos gustaría que termine como un buen presidente, para lo cual debe aprender a escuchar opiniones que difieran de sus deseos, analizarlas y rectificar, si son mejores a las que él quiere o considera.
Si no lo hace, la economía de México irá pa’ trás, y terminará con más pobres, más deudas y más descontento, que cuando él llegó. Y será calificado y recordado, como uno de los peores presidentes en la historia de México.
|