Encima, muchos empleados que saben cómo la tienda esquilma al comprador, aprovechan la falta de cuidado de éste y le dan mal el cambio. Si usted pagó la compra referida en el párrafo anterior con un billete de 200 pesos, le regresan 73 pesos con 40 centavos, en lugar de los 75.40 que le deberían dar.
Vea usted, la mayoría de los paganos no revisa el cambio, solamente lo toma y lo mete al monedero o a la bolsa del pantalón.
O sea que en el caso que estamos viendo, usted terminó pagando, además de la ganancia estratosférica del comerciante -que llega a ser de hasta ¡800 por ciento!- la cantidad de 126.60 pesos, que significan 5 pesos con 20 centavos adicionales, que le esquilmaron entre la tienda y el cajero o cajera.
Eso es el algoritmo, pero también los empleados tienen la consigna de “equivocarse” cada que puedan, y registrar 9 bolillos cuando el cliente o la clienta llevan solamente 8, y así por el estilo.
Es un robo hormiga que si lo sumamos en nuestra quincena nos termina de hacer el socavón que ya tiene nuestro bolsillo por el índice inflacionario, que alegremente dicen que es de casi 9 por ciento, cuando en los productos básicos en realidad sobrepasa el 20 por ciento.
Y a eso hay que agregar que los grandes corporativos comerciales se la pasan re-etiquetando sus productos al alza, con lo que obtienen una ganancia extra sobre la fabulosa que ya obtienen.
Lo dicho, la voracidad de los comerciantes no tiene límite.
Así que, ¡cuidado con el cambio!
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