Dice tan campante que ha “redoblado esfuerzos para exhibir cada una de las mentiras de las instituciones y personas involucradas” en su caso, y jura que va a “demostrar que la verdad siempre ha estado a mi lado, y así, poder velar por la impartición de justicia desde el máximo tribunal de la nación”.
Miren nomás esta otra mentirototota de la Yasmín:
“Me he enfocado a presentar por las vías institucionales un sinfín de pruebas contundentes que demuestra que soy la autora original de la tesis ‘Inoperancia de los Sindicatos en los Trabajadores de Conianza” (sic, por “confianza”) “del Artículo 123 Apartado A.”
Y se queja de que la UNAM prefirió “plegarse a la ambición neoliberal de los enemigos de la Patria… porque sabe que soy muy incómoda para quienes siempre se han aprovechado del Pueblo.”
Algo así sólo el Peje podría haberlo dicho igual.
Y la señora, como está enojada porque le quieren quitar su juguetito, al igual que su Mesías y amigo, acusa sin probar y sentencia que lo que llama “persecución”, “es reflejo del machismo y la misoginia que, aun en pleno Siglo XXI, prevalecen en instituciones corrompidas y decimonónicas como la UNAM.” Y llega a exagerar que “le da asco” la que fue su alma mater.
¿Qué habrá querido decir con eso de que la máxima casa de estudios del país es decimonónica?
Lo que sí es que la ¿licenciada? Esquivel no se anda con rodeos al definir su actuación dizque profesional: ¡”Me he ganado mi lugar en la historia”!
Y amenaza con que seguirá luchando por las mujeres “desde mi humilde trinchera en la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.
Bueno, humilde no será ciertamente, a juzgar por el sueldazo que cobra. Lo que pasa es que ya la perdimos… y falta el otro.
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