Con el “pequeño detalle” de que el domicilio fiscal que Araly Rodríguez proporcionó para recibir los sendos contratos millonarios de diferentes dependencias estatales es el de una pequeña tienda de abarrotes en una colonia popular y humilde de Xalapa, donde ni siquiera están pavimentadas las calles y, sobre todo, donde nadie la conoce.
De hecho, nadie la ha visto desde que comenzó a ser mencionada como contratista gubernamental, más que Cuitláhuac García y el secretario de Educación Zenyazen Escobar.
El gobernador aseguró que “ella no es un fantasma, ella es real y, en efecto, tiene esos contratos y los estamos investigando”; mientras que el secretario mencionó que “está cubriendo un interinato. Ella es una trabajadora administrativa, un interinato que se va a vencer”.
¿Una maestra de una escuela de Cosoleacaque es la representante legal de una “empresa” a la que sin problema el gobierno de Veracruz le otorgó contratos por más 100 millones de pesos en los últimos dos años, y en cuyo domicilio fiscal no hay más que una tienda en la que venden papitas y refrescos? ¿No le pareció al menos sospechoso eso a la administración del “honesto” Cuitláhuac?
Como está visto que sus asesores están peor que él, el gobernador salió con un “rollo” para intentar “escurrir el bulto” de lo que es muy evidentemente un caso mayor de corrupción de su gobierno.
“Nosotros pensamos que es prestanombres de otra empresa. Lo que pasa es que algunas empresas no quieren mostrarse tal como son por temas con las administraciones anteriores; entonces, creen que porque son, o trabajaron, o tuvieron contratos en la administración anterior, nosotros los vamos a vetar, entonces, lo que están usando es utilizar a otra persona como su representante legal (sic). “Pero eso sería lo de menos, nosotros queremos ver si no están evadiendo impuestos a través de ese mecanismo. Ya se le llamó a ella, se le dijo 'a ver, ¿qué pasó ahí?’ Y confesó, 'yo soy solo representante de esa empresa, no soy dueña”, afirmó García Jiménez. ¿Que su gobierno otorgue contratos a empresas sin verificar si existen le parece “lo de menos” al gobernador? Aunque dijo algo cierto: si es que existe, Araly Rodríguez por supuesto que es prestanombres de alguien, porque no hay manera de que por su propia situación personal –descrita como muy mala por las propias autoridades- y laboral pueda desempeñarse como representante legal de una empresa que maneja esas sumas de dinero.
Lo que la evidencia indica es que estamos ante un esquema clásico de desvío de recursos a través de empresas “fantasma”, como aquellas con las que en el sexenio de Javier Duarte se robaron miles de millones de pesos y por lo cual, éste se encuentra en prisión.
Y exactamente de la misma forma como en ese gobierno, en la administración de Cuitláhuac García deben saber exactamente quién está detrás de la empresa fachada y por esa misma razón le soltaron contratos a diestra y siniestra, porque además fueron por adjudicación directa. Y por si no bastase, aprovechando la pandemia y la dificultad para fiscalizar los recursos debido al cierre de actividades.
La responsabilidad directa de hacer las revisiones en cada dependencia para contratar proveedores es de los órganos internos de control. ¿Y sabe quién los controla todos? Pues ni más ni menos que el “primo incómodo” del gobernador, el poderoso subsecretario de Finanzas y Administración Eleazar Guerrero Pérez, a quien por supuesto nadie le diría “no” en este gobierno.
La fantasmagórica Araly Rodríguez no es el único caso. Desde 2021, el diputado Ramírez Marín mencionó al menos otras dos empresas con irregularidades parecidas: Infraestructura y Construcción Lumssy, empresa dedicada a la obra civil y pesada que recibió un contrato para suministrar cortinas antibacteriales por un monto de 392 mil pesos; y SOPRICOM Comercializadora y Servicios, cuyo giro comercial era la venta de medicamentos veterinarios, pero el gobierno estatal le compró medicina para seres humanos por un monto de un millón 740 mil pesos. Ambas, en la Secretaría de Salud.
El hedor de la corrupción en el gobierno de Veracruz es tan intenso como antaño. Y las empresas fantasma de Cuitláhuac García le pueden ganar la misma suerte que a su tuitero antecesor. Por complicidad o indolencia.
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