La de Pepe consecuentemente, ha sido una constante electoral ensombrecida en 2018 cuando jugó por la gubernatura que perdió, más que por el empuje, carisma y liderazgo del Cuícaras -quien andaba vestido de payaso animando los mítines de AMLO-, por el efecto Peje a la cual se sumó la traición de liderazgos y sectores que migraron al Verde, aliado de Morena.
De aquel hito para acá, vinieron tiempos difíciles al aplicarle a Pepe la máxima de con el ganador hasta que pierda.
El tiempo, sin embargo, restañaría heridas y la victimización, de cara a los crasos errores del nuevo gobierno estatal, irían en procura de un crecimiento político exponencial de Pepe hoy colocado en primer plano rumbo a la sucesión 2024.
Hoy se le ve como la esperanza para Veracruz y fuerte pial para la causa opositora nacional.
Hoy, en la guerra de cifras en donde todos los aspirantes aliancistas se dicen punteros; en el marco de ese afán pactado con las casas encuestadoras de crear tendencias con cifras y porcentajes irreales y, el propio terror de Morena al observar que en las consultas estadísticas cerradas -las de a deveras- dan cuenta del acelerado crecimiento de Pepe, es donde se muestra la otra cara de la sucesión 2024.
La realidad se impone.
De seis meses atrás no hay una sola casa encuestadora que omita al priista como puntero de la alianza aun cuando lo pongan intencionadamente muy por debajo de Morena.
Ello a pesar de que un día aparece destacado exponente del PAN como cabeza del sondeo y el otro una dama de su partido en campaña, quesque repuntando, o que, ese presunto veto a la familia del Estero, de pronto se vuelve voto ganador para cualquiera de los integrantes de su familia.
Veracruz vive hoy la guerra de las cifras.
Sin embargo, ahí sin prisas y siempre a ras de piso -conteniendo incluso a sus eufóricos seguidores- Pepe, quien nunca fue empleado de la burocracia, va a la cabeza.
Que si ya habló con Dante; que si le falta pactar con Miguel Angel; que si Marlon no lo quiere; que si el PRD no lo pela, o que en México los partidos grandotes no lo conocen, son versiones de lo cotidiano.
Solo chismes de café que en los hechos solo animan el escenario de la contienda a escasos meses del destape.
En los hechos, Pepe se mantiene en su postura de jugar a sabiendas de que si no es el elegido seguirá pegado a la campaña en la lucha por la alternancia, en la lucha por Veracruz.
Ya mismo, poco le preocupa que la encuesta lo ponga por las nubes o que la fotografía estadística del día le baje el puntaje por encargo de quien la paga.
Bien sabe que su mejor inversión, la de un cuarto de siglo de trabajo electoral, lo han sido sus recorridos por los 212 municipios de manera repetida.
Ello a la par de la satisfacción de que como legislador bajó importantes recursos -3 mil 400 millones de pesos para 82 municipios cuando fue senador de la república- y a la largo de su vida política ha procurado el bienestar de la ciudadanía, sin poses, ni actos faraónicos o falsos.
Sabe que en política se gana o se pierde y que para él no habrá 2030.
Acaso por ello la apuesta es al todo. Sin regateos, Sin exclusiones para nadie. Con un firme compromiso con la ciudadanía y la apuesta en favor de un gobierno fincado en la honestidad para regresar a Veracruz la certeza, la seguridad y las oportunidades de desarrollo.
¿Cómo jugará contra Sergio Gutiérrez Luna?, es la morbosa que cierto sector de la política se hace.
La respuesta es muy simple: “¡Que la ciudadanía decida!”.
Su mejor carta de acreditación son 25 años de trabajo como representante popular; los resultados de sus gestiones; el honrar la palabra; no acudir a improvisaciones o engaños y refrendar su proyecto de cambio.
Hoy la moneda no está en el aire, la ciudadanía ya sabe por dónde, solo se está a la espera.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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