Esto ya es recurrente en el gobierno de Cuitláhuac García, quien se despojó de cualquier escrúpulo para abiertamente usar a la estructura burocrática de la administración estatal para fines politiqueros y que implican no solo un abuso de poder, sino un abierto desvío de recursos –incluido el pago del transporte y los alimentos- y la coacción, que llega a la amenaza de pérdida del empleo si no se asiste “voluntariamente”. O sea, a huevo.
Así ha sucedido varias veces durante el periodo de García Jiménez al frente del gobierno estatal; por ejemplo, en las concentraciones en el zócalo capitalino convocadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador para mostrar como lo “apoya” el “pueblo”; así lo hicieron también hasta para las elecciones internas de Morena del año pasado, en las que eligieron consejeros estatales y nacionales, obligando a los burócratas a participar como militantes de un partido que de esta manera busca, además, inflarse artificialmente.
Sin pudor alguno exhiben en sus redes como han puesto el aparato del Estado al servicio de un partido o, mejor dicho, de una de las facciones de ese amasijo de intereses, desprovisto de una verdadera identidad ideológica, que es el llamado Movimiento de Regeneración Nacional. Lo acabamos de ver con el uso ilegal de vehículos oficiales del DIF estatal para movilizar “brigadistas” de Morena en las campañas en el Estado de México, mientras funcionarios estatales y municipales abandonaban sus obligaciones en Veracruz para entrometerse en los comicios de otra entidad.
El régimen de la llamada “4t” ha salido más cínico y desvergonzado que aquellos del PRI más autoritario que, por lo menos, se preocupaba por cuidar las formas.
Eso sí, son igual de corruptos. Aunque hay quien jura que los alumnos han superado, y con creces, al maestro.
El tamaño del cochinero
¿Qué tan grande será la corrupción escondida en los proyectos faraónicos del obradorato que los esconden del escrutinio público y evitan la rendición de cuentas a como dé lugar? Solo así puede entenderse la decisión, completamente obvia, de volver a declarar asunto de seguridad nacional lo que horas antes la Corte ordenó transparentar.
Lo que no pueden esconder es el hedor que se despide. Una peste que ya ni ellos soportan.
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