Antes del 2015, nadie lo conocía. Si alguien preguntaba por quién era él, la referencia inmediata era “es el hijo del profe Atanasio” y nada más… y a pesar de haber sido electo diputado federal para la LXIII Legislatura, era el perfecto desconocido. Su designación en 2016 como candidato a Gobernador igual pasó “desapercibida” (sí, así entrecomillado porque alcanzó un tercer lugar) y regresó a la curul en San Lázaro. Para el 2017, cuando le dijeron que se alistara porque iba a competir de nuevo por la Gubernatura, no se la creía porque todos esperaban que la candidata fuera una mujer: Rocío Nahle, ¿por qué? por la cercanía de la “veratecana” o “zacacruzana” con López Obrador… pero ésa es otra historia…
El asunto es que Cuitláhuac era un diputado federal gris opaco, sin aspiraciones a subir al cielo (por eso de “un poquito de gracia”) y sin embargo, gracias al efecto AMLO, llegó, no al cielo, pero sí a la cima del poder. Es decir, al estilo Duarte: de San Lázaro a la Gubernatura… ¡Pinche Sergio Gil! Tenía razón con eso del “Nuevo Duarte”...
Hoy, si citamos a las “corcholatas” locales, las dos de rango más alto son Rocío Nahle y Manuel Huerta Ladrón de Guevara; una, secretaria de Estado; el otro, Super delegado de Bienestar.
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Bajo ellos, Zenyazen Escobar García, secretario de Educación y Bola 8, secretario de Gobierno.
Le siguen Sergio Gutiérrez Luna, diputado federal, que si aplicáramos la tesis Duarte-Cuic, tendría que ir al lado de Nahle y Manuel.
Y por último, un presidente municipal: Ricardo Ahued, quizás el más modesto de las corcholatas de Morena por ser el único que por más que dice que “¡No, no y no!”, las encuestas insisten en encartar.
Pero la modestia de Ahued no sólo estriba en el rechazo a ser considerado un “Corcholato”, sino en su cargo que aunque sea la autoridad máxima de la capital veracruzana, para el tamaño de nuestra entidad, su impacto político nomás no alcanza… quizás en Nuevo León, Yucatán, Jalisco, pudiera tener ondas de magnitud, pero en Veracruz de los miles de Veracruz, de cierto modo, lo pone en desventaja con las otras “Corcholatas”... es decir, no hay suelo parejo ni entre ellos mismos. Me explico:
¿Quién cree usted que sea la “corcholata” que pudiera generar “una simpatía” entre la raza jarocha basada en el cargo que desempeña? ¿Nahle, Manuel, Zenyazen, Bola 8 o Cheko?
Ya sin contar con Ahued, ¿qué corcholata cree que su cargo le impida generar simpatías con el Pueblo bueno y sabio?
Si usted respondió en la primera que Manuel, pensamos igual; si usted respondió en la segunda que Nahle o Bola 8, pensamos igual; aunque la diferencia entre la secretaria de Energía y el secretario de Gobierno local, es que la primera, aunque parezca increíble, pareciera que su cargo es lo que menos usa para su promoción personal; mientras que el segundo tuerce su cargo para salir en murales, “escribir” libros, pintar paredes con su nombre, ¡vamos! hasta pasar por encima del Gobernador.
Sí, los tiempos han cambiado… de ese Cuitláhuac que salió de una gris curul federal para saltar a gobernar uno de los estados más importantes del país, ahora, donde sus aspirantes a sucederlo ocupan cargos rimbombantes, sólo media el poder… antes no se tenía; hoy, les sobra.
Quizás por eso los atinados comentarios de Juan Javier Gómez Cazarín y Manuel Huerta Ladrón de Guevara cuando instan a las “Corcholatas” a renunciar a su cargo, como lo estilaron en el Altiplano… aunque eso haga que el Superdelegado, uno de los que más se está promocionando en estos momentos, no aplique para sí sus buenos consejos… ¡Méndigo colmillo! |