Prácticamente desde que llegó a la presidencia, pero más marcadamente desde hace un año, los asuntos electorales del partido en el poder, plantean el ritmo y el comportamiento de los ejercicios públicos en todos sus niveles. El descarnado uso de las administraciones públicas, de sus recursos humanos, materiales y económicos en su beneficio, demuestra las profundas contradicciones de un discurso oficial “transformador” que cada vez languidece más al confrontarse con las acciones que se realizan y desnudan el verdadero rostro de una opción política opuesta a las “nuevas formas y comportamientos” que dice representar.
Muchas cosas han ido quedando en claro, con esa apasionada actitud “inédita” de los ejercicios públicos, donde la incompetencia y los malos usos son cotidianos en todos los niveles gubernamentales y de la vida pública, profundizando los actos negativos ya conocidos y tantas veces señalados.
Solo pasar la mirada permite observar multitud de elementos que muestran la ruptura de la columna discursiva oficial de “ser diferentes”, pero uno es particularmente agraviante, ofensivo, que envilece sin tapujos la retórica, y es el del masivo uso de la coerción para obligar adhesiones y acciones en favor de quienes detentan el poder.
Dirán que se hacía antes, dirán que el poder es para eso y que el fin justifica los medios y probablemente sea así para aquellos que se asumen desde las trincheras del pragmatismo, justamente desde la visión que tanto se combatió o desde las suciedades que se requerían limpiar y que ahora queda claro que no eran, ni son y parecen no serán los objetivos reales del actual gobierno.
Mantener “ todo el pinche poder” a costa de lo que sea es la única ruta sobre la cual se establecen las acciones. Para ello, no importa obligar a los beneficiarios de programas, a los empleados de los gobiernos, deslizar amenazas o hacerlas enfáticas. Están aquí los programas y te los puedo quitar si no colaboras, tienes un trabajo y lo debes cuidar y para ello súmate o lo pierdes, asiste a los actos, distribuye periódicos, agita banderas y sonríe mostrando tus cuatro dedos. Tus fines de semana son para Morena, y las jornadas no acaban hasta que el jefe diga, el asunto es muy sencillo, para que quede claro, estás o no, juegan cínicamente con fuego y apuestan a que no habrá rebelión de las personas agredidas con esas medidas, no se miran en el pasado que refuta esa visión de control que echo a los anteriores y lo mismo les puede pasar.
La ignominia caracteriza a las actuales clases políticas dominantes que no pueden justificarse por las simulaciones discursivas, que no tienen asideros distintos de la soberbia, de la visión autoritaria, irrespetuosa e ilegal reducida en esa icónica frase donde se manda al diablo a las instituciones, pero que en el fondo también sustenta mandar al diablo todo lo que no se sujete a los tufos del control autoritario, a todo aquello que pueda representar la diferencia de una homogenización aberrantemente antidemocrática e ilegal que niega la pluralidad y la dignidad de quienes tiene el derecho a pensar y actuar distinto.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En Veracruz 129 Municipios con sequía, 23 con sequia severa, 19 con extrema y 3 con sequía excepcional. El calentamiento global avanza.
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