“No me quiero morir” Es la voz de un país que está tendido sobre la acera, en la misma calle donde antes transitaron sus buenos tiempos, sus alegrías y también sus ilusiones de un mejor tiempo con mejores condiciones para todos. Y eso fue justamente lo que le llevó a abrir la puerta apenas un poco de tiempo atrás.
Nunca imaginó lo que ocurriría. No está claro si previamente hubo algún diálogo, algún ofrecimiento o alguna promesa. Lo cierto es que el país confió y abrió sus puertas completamente. Vinieron entonces las acciones inesperadas, los jaloneos, las amenazas, los gritos y después las detonaciones mañaneras.
Las balas penetraron el abdomen y lastimaron gravemente el interior del cuerpo, afectando la armonía de su vida cotidiana. Cada segundo que transcurría iba aumentando el miedo por la incertidumbre de un buen resultado.
Personas bien intencionadas se acercaron tratando de ayudar, mientras otras solo observaban. Empezaron las críticas y también las defensas; los reclamos y también las justificaciones; las acusaciones y también los señalamientos de culpabilidad hacia el pasado. Mientras tanto, el cuerpo lastimado iba dando muestra de graves problemas para respirar y exclamó desde lo más profundo de su ser “no me quiero morir”.
México grita angustiado desde el fondo del corazón: “no me quiero morir” y quien debiera atender ese clamor, cierra sus oídos y afirma, como lo hizo en el caso de Emiliano: “es algo que se presentó lamentablemente y, aunque se enojen, como estamos en temporada electoral y todo lo que sea para perjudicarme a mí, más que es mi estado, pues, los corruptos están muy enojados, magnifican todo lo relacionado con violencia; antes callaban como momias y ahora gritan como pregoneros”.
Con esto nos queda claro, que la principal víctima de éste terrible asesinato es como siempre el señor presidente. Porka Miseria.
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