Y en México, AMLO se quedó con las viejitas, que no sirvieron para aumentar la capacidad de producción del país y resultaron otro de los pésimos negocios de este sexenio; pésimos negocios que sin embargo hicieron ricos a varios personajes cercanos al poder presidencial, según rezan los rumores.
Bueno, pues el Mesías tropical seguramente nunca pensó en cumplir esa promesa que tanto bien hubiera hecho al bolsillo de los mexicanos. Y no lo hizo porque hubiera afectado una de las empresas más gananciosas de su querido amigo Carlos Slim, que cada mes se embolsa muchos cientos de millones de pesos por el servicio de Infinitum.
Para no ser menos, el próximo Gobierno y la próxima Presidenta están prometiendo que sí lograrán la meta del Internet gratuito y universal en México, y hasta Claudia Sheinbaum ha dado detalles de que con ayuda de científicos del Instituto Politécnico Nacional pondrá en órbita en 2026 un satélite mexicano que resolverá el problema.
Pero no es así.
El servicio de Internet se resuelve sobre todo por medio de cables de fibra óptica y de antenas difusoras colocadas estratégicamente. Eso ha hecho, por ejemplo, la empresa mexicana Sitwifi, del ingeniero René González Sánchez, que asociada ni más ni menos que con Google ofrece servicios de Internet gratuito en todos los aeropuertos del país, en la mayoría de las centrales de autobuses, en muchas escuelas y universidades, y en lugares de alta concentración de usuarios, como la zona sur de la Ciudad de México.
No habrá Internet gratuito en México mientras Carlos Slim, un socio muy oportuno de la Cuarta Transformación, siga haciendo su magnífico negocio con el dudoso servicio de Infinitum.
He ahí otra promesa que nunca será cumplida.
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