Un voto nadamás, que se ha encarecido hasta las alturas más insólitas, y no me refiero solamente a lo económico.
El Patriarca, la voluntad única de la 4T, el omnímodo, el factótum quiere destrozar el Poder Judicial y poner en su lugar una estructura hechiza que se rinda a la voluntad del mandamás.
Y eso tiene que suceder hoy o mañana, porque al Mesías se le están arrejuntando los tiempos del final de su sexenio, y cada vez le quedan menos días para manifestar su poder personal, para -él lo piensa- entrar a la historia como un Hidalgo victorioso, como un Juárez aún más reformador, como un Madero perdurable por encima de los intereses contrarios.
Faltan 21 días para que deje de mandar, al menos en el papel; tres semanas para que se desvele el misterio de una Claudia Sheinbaum insondable en su sumisión perfecta; tan perfecta como lo fue la obediencia de Lázaro Cárdenas a Plutarco Elías Calles -el Jefe Máximo- en los primeros días de su mandato, que al segundo año se tornó en desconocimiento y enfrentamiento, para dar lugar al Presidente fundador del México postrevolucionario.
Hoy lunes, mañana martes y en una de ésas hasta pasado mañana miércoles puede ser el día en el que la oposición más digna pararía de tajo los sueños de gloria de quien ha mandatado una reforma judicial a todas luces perjudicial para el país, para las instituciones y para la incipiente democracia que los mexicanos hemos ido construyendo a fuerza de mártires y milagros.
No seamos ilusos, falta todavía que conozcamos el as bajo la manga que sacaría AMLO, en su papel de gran prestidigitador, para que su reformita salga adelante aun con el voto en contra de los 43 senadores.
El gran autoritario es capaz de todo, y por eso debemos esperar lo peor, la acción más baja y ruin si prospera el nacionalismo de los opositores del PAN, el PRI y hasta Movimiento Ciudadano.
Ahí viene la tempestad…
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