Pero la aprobación de la reforma judicial en los términos que se dio tiene implicaciones más graves. Este 10 de septiembre la bestia autoritaria enseñó sus fauces y con unas dentelladas indicó cuál va a ser el futuro inmediato de este país.
El obradorato –que seguirá gobernando en el siguiente sexenio bajo esa denominación, pues la próxima presidenta se ha esforzado denodadamente en demostrar que será de ornato- ya no siente necesidad de simular que es mínimamente democrático. El Senado se convirtió en la “casa de los mafiosos”, donde para aprobar leyes se recurre con desparpajo a la extorsión, a la amenaza y al uso faccioso de las instituciones.
De eso mismo se trata la reforma judicial. De que el aparato de justicia esté bajo control total del régimen, que no exista contrapeso alguno al Ejecutivo federal y a los de los estados para que hagan, literalmente, lo que se les pegue la gana. Que si alguien alza la voz para manifestar disidencia o quejarse de los abusos del gobierno, el aparato judicial le caiga encima y no tenga oportunidad alguna de defenderse, pues no habrá juez que quiera darle la razón, aunque la tenga, ya que los juzgadores también estarán bajo amenaza o, mejor aún, serán cómplices de los autoritarios y corruptos, pues a ellos deberán el puesto.
De señalarlos como delincuentes, Morena y sus secuaces –y varios de sus textoservidores- aplaudieron a rabiar a los Yunes por su felonía –lo cual también habla de la calidad moral del obradorismo por entero- y les perdonarán todas sus cuentas pendientes con la ley. Les regalaron impunidad a cambio de hacer posible la reforma más retrógrada de la historia moderna de México. Como bien lo señaló la periodista Lydia Cacho –autora de “Los demonios del Edén”, libro en el que recoge testimonios que implicaron a Miguel Ángel Yunes Linares en una red de pederastia hace 20 años- Morena hizo “alianzas imperdonables que hacen historia”.
Y por si fuera poco, traicionando su propia historia en la oposición y el activismo político, el obradorato gobernante en la Ciudad de México mandó a sus granaderos –esos que dicen que ya no existen- a reprimir a punta de gases las protestas de estudiantes, integrantes del Poder Judicial y ciudadanos que repudian la reforma. Así tratarán en adelante a quienes no se doblen ante la “transformación”.
En su más reciente misiva, el líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el “Subcomandante Marcos” o “El Capitán” como se hace llamar ahora, hizo una radiografía del obradorismo y de su líder: “tuvo el autoritarismo de Gustavo Díaz Ordaz; el nacionalismo de cartón piedra de Luis Echeverría Álvarez, la demagogia corrupta de José López Portillo, la mediocridad administrativa de Miguel de la Madrid, la perversidad de Carlos Salinas de Gortari, la vocación criminal de Ernesto Zedillo, la ignorancia enciclopédica de Vicente Fox, el militarismo y la mecha corta de Felipe Calderón, y la frívola superficialidad de Enrique Peña Nieto. ¿Quién es? Ah, y la corte de aduladores de todos ellos”.
Y en medio de todo, la República cayó.
De huevos
Lo insólito. Tuvo más gónadas para aguantar el vendaval “Alito” Moreno que el “chiquito” Yunes Márquez.
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