Yunes Linares, que es un tribuno muy experimentado y sin embargo temblaba de emoción o coraje, tomó el micrófono ante el pleno y, entre los gritos, insultos -saludos, senadora Chuya Díaz- y abucheos de los panistas, medio logró manifestarse en contra de lo que él llamó la “imposición del voto” de parte de Marko Cortés, el líder nacional del PAN. Fue un momento de dimes y diretes entre los antiguos correligionarios Marko y Miguel Ángel, en el cual el dirigente le reprochaba abiertamente que hubiera traicionado a su bancada (“y a quienes votaron por él”) y el exgobernador siguió sin manifestar el sentido de su voto.
Había, sí, signos visibles de un probable acuerdo de los Yunes azules con el Gobierno de la 4T, como el hecho de que Miguel Ángel padre llegó cobijado por Adán Augusto, el coordinador de la Jucopo, y recibió una ovación de parte delos legisladores morenos.
La moneda está en el aire.
El futuro político de los Yunes del Estero pende de cómo voten ya sea el suplente o el propietario del escaño que tienen por el millón de votos que les entregaron los veracruzanos en la pasada elección, que les permitió ser la primera minoría.
También está en suerte el futuro electoral de la zona metropolitana de Veracruz-Boca, que se inclinaría hacia el partido oficial si los Yunes orientaran su decisión en favor de la reforma de AMLO.
Cambiaría igualmente en muchos sentidos el mapa electoral de nuestro estado si se diera una reorientación de los Yunes panistas y su grupo de seguidores.
Y México quedará pendiente ante la embatida en contra del Poder Judicial, el único contrapeso que le queda al poder omnímodo de Andrés Manuel López Obrador.
Hoy mismo lo sabremos…
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