Pero Cuitláhuac, al que le subyuga el papel de Fiscal Adjunto, dio más información. Dijo que en efecto había un detenido, que éste conocía a la víctima y que entre ellos había “un tema muy personal”, con lo que abrió la puerta a las especulaciones y a los malos pensamientos. Aseguró enfático que el desmembrado no era cineasta como se comentó por ahí, sino que ambos eran iluminadores. Y tan minimizó este oficio que poco faltó para que dijera que eran electricistas.
Pero resulta que la víctima sí era cineasta, se llamaba Víctor Muro Velázquez, era integrante de la empresa “Aluxes Casa Productora” y participó (entre otras) en las películas “Roma” y “El crimen del padre Amaro”, por lo que el Fiscal Adjunto tuvo que modificar su versión. Ahora ya no eran iluminadores ni traían un tema muy personal, sino que andaban buscado locaciones para una película cuando surgió un diferendo que resultó fatal.
¿Qué motivó el pleito? ¿Por qué el asesino desmembró a su víctima con tanta saña? ¿Sólo una persona hizo pedazos al cineasta? ¿Cómo fue que lo escondió en dos casas? Nada de esto contestó Cuitláhuac que dejó las respuestas a la Fiscalía para cuando termine la investigación.
Es decir, el gobernador se concreta a dar la primicia, lo demás no es asunto suyo, lo que mueve a preguntar: ¿de dónde saca información que echa a volar sin ningún sustento?
Sus cercanos dicen que de los primeros reportes que recibe la propia Fiscalía que generalmente son poco claros. El resto lo toma de aquí y de allá y con eso cocina un potaje que ofrece a los reporteros y que invariablemente lo hace quedar en ridículo.
Y así se la ha llevado por casi seis años; de mentira en mentira. Pero no le hablen de realidades porque lo dislocan.
En la primera semana de gobierno de Claudia Sheinbaum hubo en Veracruz una balacera que dejó dos muertos y dos heridos; se perpetraron tres feminicidios, cuatro asesinatos violentos y se reportó un desaparecido. Pero cuando le preguntaron si el desmembrado en Xalapa aumentará la percepción de inseguridad contestó molesto: ¿Cuál inseguridad?
Futa…
Cuitláhuac se va dejando un estado más violento, inseguro, desamparado y desprotegido que el que recibió. Un estado pésimo en todos los aspectos.
En lo único que se parece a sus cuatro antecesores es que se va detestado. Y era en ese punto que expresábamos: “Lo bueno es que ya no nos puede ir peor” porque realmente sentíamos que habíamos tocado fondo.
Pero no ha sido así, lector.
Por eso y muchas cosas más, no pienso volver a decir esa frase. No vaya a ser que el fondo se abra y caigamos todos en el meritito infierno.
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