De la ceguera a la ingenuidad del dogma personal pareciera ser la película que vemos frente a nuestros ojos. El tema y la orientación de la relación política entre México y USA ha continuado en su profundización y su posible destino mediato. Ello, aunque una de las partes lo niegue o pretenda no ver. Negar al otro, su discurso, obra por intención y circunstancia es creer que la realidad es como imaginamos y deseamos que sea. El otro, la otredad, es en sí y para sí, no en mí, para mí, por mí.
El tema de la invasión suave, en intención y factibilidad, es ya una posible y, por muchos, deseada acción.

Deseada y esperada políticamente ante una realidad externa e interna que está a la vista de tirios y troyanos. La invasión suave comenzó desde el momento mismo de su temática y razón causal. No hay más razón valedera de una guerra que su justificación y objetivo. Se ha recordado recientemente a Chamberlain que previniendo la posible acción de Hitler por la conquista de su “espacio vital” paso a paso llevó a Chamberlain hasta donde deseaba llevarlo. A su derrota política y a la aceptación de Europa al azoro de su factible derrota. La invasión suave externamente es la supuesta solución de los otros, pero también la deseada acción esperada internamente de buena parte de los próximos. Negarlo es negar la polarización política y social que se creó deliberadamente, el encono y el abuso desatado y que continúan.
Esa invasión suave ya en marcha irá perneando en sus acciones y razones en la agudización del desencanto de nuevos resultados internos no deseados y esperados. Tarde se apelará a la unión nacional ante un “contrario” que volvimos enemigo en casa, esperando en otros su revancha. Ojalá la historia nacional del siglo XIX no sea un nuevo Déjà vu no esperado. El perfil psicológico es perfil político, puede ser individual y cuando se torna colectivo el enemigo creado, puede ayudar a crear un infierno terrenal. Ojalá podamos prevenir más daños a buena parte de nosotros, los ciudadanos.