Es una regla no escrita, pero que siguen con estricta puntualidad los actores políticos cobijados por el manto guinda: replicar cada uno de los logros de su jefe político y sumarse sin titubeos a cualquier disputa que tenga ese mismo origen.
Sin embargo, les genera confusión que un mismo hecho tenga respuestas diametralmente opuestas.
Ese problema se les presenta en estos momentos a “las huestes” de Rocío Nahle. Más tarda la gobernadora en hacer un comentario o informar sobre una nueva acción, que sus vasallos en festinarlo. Sólo basta que la gobernadora -su jefa política- critique algo o a alguien, para que esos mismos que la llenan de alabanzas se lancen sin piedad contra “el enemigo”.
Un estilo muy parecido a aquel viejo PRI.
La confusión surge cuando “el enemigo está en casa”. ¿Para dónde jalar? ¿Se tienen que lanzar con la misma bravura cuando el objetivo es alguien que también porta el chaleco guinda?
Para esos casos, por tanto, recurren a “golpes indirectos”.
Pongamos como ejemplo las diferencias (ya muy marcadas, evidentes) entre Rocío Nahle y Adán Augusto López.
Los conflictos entre estos dos actores políticos, por más que se hayan pretendido disimular, tienen su origen en el proyecto de construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco, tierra del actual coordinador de los senadores de Morena, pero tierra también del jefe de ambos, Andrés Manuel López Obrador.
Sí, claro que hay fotografías de ambos recorriendo aquel proyecto, pero eso no significa que existiera empatía. Cuentan los que vivieron aquella etapa, que el multimillonario presupuesto para dicha obra despertó la codicia de muchos y generó conflictos muy fuertes.
De manera cada vez menos disimulada, Adán Augusto López se ostenta, al interior de Morena, como “el emisario” del jefe de todos y les hace saber a muchos que, aunque no es el presidente de México, tiene incluso más poder que Claudia Sheinbaum.
La imposición de Rosario Piedra para un nuevo período en la CNDH y la incorporación del Clan Yunes (los de El Estero) a las filas de Morena, son hechos que demuestran que el exgobernador de Tabasco es capaz de imponer su voluntad por encima de la de la presidente.
Por tanto: ¿es conveniente que, en el afán de quedar bien con la gobernadora Rocío Nahle, sus seguidores se lancen contra Adán Augusto López?
Lo cierto es que “las fieras de la gobernadora” se intimidan ante el poder mostrado por el tabasqueño y prefieren ladrarles a las presas menores.
Y es ahí donde arrecian, de manera natural, sus ataques contra los senadores Yunes (hijo propietario y padre suplente). Contra ellos sí reúnen el suficiente valor. Ya los enfrentaron (en los medios, por supuesto) durante la campaña y lo único que hace falta es revivir aquellos misiles.
Olvidan algo: por obra y gracia del coordinador de los senadores, los Yunes (los de El Estero) ya son “aliados” y si en el Senado detectan ataques desde Morena en contra de ellos, habrá represalias.
El senador Adán Augusto López también entiende que no conviene un pleito directo con Rocío Nahle, pero bien puede enviarle “mensajes” descargando su furia contra algunos de sus aliados.
Complicado, el papel de Manuel Huerta, que debe caminar por una delgada línea, para no ser señalado de traicionar a la gobernadora (su jefa política en Veracruz), ni al senador (el jefe de su bancada).
Así es esto de la política “al estilo 4T”.
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Epílogo.
Que Índira Rosales y Maryjose Gamboa se hayan registrado como aspirantes a la candidatura del PAN a los ayuntamientos de Veracruz y Boca del Río no es garantía de que vayan a ser designadas para esa tarea. *** El tema central en las deliberaciones del PAN en Veracruz es la “necesidad” de liberarse de la influencia de los Yunes (los de El Estero) en la zona conurbada. Eso significaría, no sólo cerrarles el paso a los que llevan ese apellido, sino -incluso- a los que en su momento fueron impulsados por ese grupo político. *** Muy pronto se verá si tienen en la mente otras opciones.
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