Marcelo Ebrard declaró que “ya se hizo todo lo que se podía hacer” y que la decisión final está en manos de Donald Trump, quien ha reiterado que no habrá cambios y que en las próximas horas se dará a conocer su resolución.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum manifestó que, de ser necesario, hablará directamente con Trump, aunque reconoció que las negociaciones ya se agotaron y “ya no hay nada más que hacer”.
La mayoría de los sectores económicos del país se verán afectados si no se alcanza un acuerdo de último momento. De no lograrse, las consecuencias serían severas: inflación, desempleo y una posible recesión. Estados Unidos considera que México representa un riesgo por sus altos niveles de violencia y el control del narcotráfico en varios estados, especialmente en los fronterizos.
Lo dicho por Ebrard —ya con los brazos caídos, sin lograr un acuerdo y sin una reunión final con Trump— es inaceptable. Tiene en sus manos el destino económico del país, que podría cambiar drásticamente en las próximas horas. No basta con decir que “ya hizo todo”. Ese mensaje derrumba cualquier esperanza de evitar la imposición de aranceles y deja al país a la deriva económica.
La postura del canciller Juan Ramón de la Fuente es prácticamente invisible. Su papel ha sido débil y sin impacto en las negociaciones con Estados Unidos, lo cual no ayuda en nada.
La última esperanza recae en una posible conversación entre la presidenta Sheinbaum y Donald Trump antes del 1 de agosto. México atraviesa una fase crítica, y las próximas horas serán decisivas para su futuro económico. |