El impacto de este Polo de Desarrollo va más allá de la obra pública. Se trata de un proyecto de vocación productiva que detonará la actividad empresarial y de servicios en una región con enormes potencialidades, pero también con grandes rezagos. Su ubicación privilegiada, con el puerto de Tuxpan como ventana al Golfo de México, lo convierte en una plataforma natural para el comercio, la logística y la instalación de industrias vinculadas a la energía, la agroindustria y el turismo.
Los beneficios directos serán evidentes: empleos, derrama económica, oportunidades de negocio para pequeñas y medianas empresas, y un efecto multiplicador en rubros como transporte, hotelería, restaurantes y servicios profesionales. Pero también habrá un impacto social de largo plazo: miles de familias verán mejores condiciones de vida y, lo más importante, se abrirán horizontes de futuro para las nuevas generaciones.
La clave de este logro radica en la articulación institucional. El gobierno de Nahle no solo gestionó la adquisición del predio, sino que supo construir un puente de cooperación con la Federación y generar confianza en los inversionistas. Es una muestra de lo que significa gobernar con visión estratégica, con capacidad de gestión y con el respaldo de un proyecto de transformación nacional.
Hoy, Veracruz se coloca en el mapa del desarrollo económico del país con un polo que será referente en el sureste mexicano. El reto que sigue es garantizar que este impulso se traduzca en un crecimiento ordenado, incluyente y sostenible, que honre la expectativa de miles de familias que esperan ver en Tuxpan y su región no solo progreso económico, sino bienestar real..
Al tiempo.
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